sábado, 26 de septiembre de 2015

27 de Septiembre

Hoy recordamos al generoso San Vicente de Paul, y así podemos descubrir de qué manera actúa el Espíritu Santo cuando hay hermanos sufriendo necesidades.

Luego de ser ordenado sacerdote a los 19 años, fue tomado preso por los turcos, que lo llevaron a Túnez y lo vendieron como esclavo a un viejo médico. De este médico aprendió varios métodos medicinales que luego utilizó. Al morir el médico, se apoderó de él un hombre a quien convirtió, y juntos viajaron a Roma. Después volvió a París y dejó para siempre las aventuras para dedicarse de lleno a los pobres, enfermos y condenados a esclavitud. Así vivía aquel consejo bíblico: "Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, recordando que ustedes también tienen un cuerpo" (Hebreos 13,3).

Fundó una congregación para la predicación en las poblaciones rurales, y una congregación femenina para atender enfermos y asistir a los pobres en sus domicilios. Promovió la fundación de hospitales para niños, asilos para ancianos, y organizó la ayuda a las poblaciones más pobres. Tenía el gran objetivo de erradicar la mendicidad, y logró convocar a toda la sociedad francesa para cumplirlo. Su pasión por los pobres logró motivar hasta a los más fríos e indiferentes.

Ese cambio sólo es posible por la acción del Espíritu Santo, porque sólo él nos saca de la comodidad egoísta para que sepamos mirar a los demás con verdadero amor. El Espíritu Santo coloca en nosotros la mirada de Jesús, que es capaz de compadecerse de corazón al ver a los que sufren sin tener quien los auxilie.

Por eso, cuando alguien está padeciendo, sin poder resolver sus necesidades más urgentes, no es porque Dios no desee liberarlo, sino porque alguno de los instrumentos humanos que podrían ayudarlo no se deja tocar por el Espíritu Santo, no se deja movilizar por su amor. Los que se dejan llevar por el Espíritu Santo, no sólo son generosos, sino que son creativos, inquietos para encontrar la forma de hacer felices a los demás. En San Vicente de Paul podemos reconocer a un instrumento fiel y creativo, que se entregó con entusiasmo a buscar los medios para auxiliar a los enfermos y a los pobres, y el Espíritu Santo manifestó su poder y su amor a través de la misericordia y de la entrega laboriosa de Vicente.

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