La imaginación puede perturbarnos mucho
en la oración porque nos lleva a todas partes y nos distrae. Pero no hay
que luchar contra ella, porque es peor. Es mejor apartar dulcemente las
imágenes interiores y dejarlas pasar, volviendo suavemente a la
presencia del Señor. Pero también podemos pedirle al Espíritu Santo que
sane y ordene nuestra imaginación para que nos ayude a orar. La
imaginación es algo bueno y precioso si se la entregamos al Espíritu
Santo.
Entonces, podemos imaginar las manos de Jesús que acarician, o sus brazos que sostienen, o sus ojos que miran con serena ternura, o simplemente su rostro, su figura que nos invita a un abrazo, o a descansar a su lado. Estas son buenas maneras de introducirnos en su presencia. En ese encuentro, es posible que imaginemos que él abre su pecho y derrama en nosotros ese manantial de fuego que es el Espíritu Santo.
Así, el Espíritu Santo puede ayudamos con su luz, para que aprendamos a utilizar nuestra imaginación con habilidad y creatividad, de manera que sea nuestra aliada en la oración, y no nuestra enemiga.
Amén!
ResponderBorrarAmén!
ResponderBorrarAmen
ResponderBorrarAmén... amén.. Lo llevo a la practica. Gracias.
ResponderBorrarAmén amén... Muy bueno para hacerlo practica!!!!
ResponderBorrarGracias.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarLa paz sea contigo.
ResponderBorrarEspero que estés bien, de pronto desapareciste.
Te agradezco mucho tu labor.
Estás en mi oración; bendiciones.
Letitia (letitia bene esse vitu) ����