Cuando uno trata de estudiar, de profundizar su fe, o de comprender la Biblia, tiene que invocar al Espíritu Santo para que derrame este don con mayor intensidad; porque nuestra mente, sin la luz del Espíritu Santo, nada puede comprender de los misterios de la fe.
El autor nos conduce en estos cinco minutos diarios para abrirnos al Espíritu de Dios y percibir la fuerza de su consuelo. Meditaciones, oraciones y reflexiones que nos ofrecen la posibilidad de recorrer, a lo largo del año, un profundo camino de crecimiento espiritual...
domingo, 6 de noviembre de 2016
06 de Noviembre
El segundo don del
Espíritu Santo es el entendimiento, que ilumina la inteligencia. Es la
capacidad de captar algo de las verdades más profundas de la fe, la
habilidad para entender el sentido más profundo de la Palabra de Dios.
Pero no es un don de los estudiosos, porque el Espíritu Santo puede
derramar este don de una manera preciosa en una persona que ni siquiera
sepa leer y que no haya recibido ninguna instrucción. Esa persona,
aunque no sepa explicar con claridad lo que sabe, puede poseer una gran
intuición espiritual que le permite entender las cosas más altas y más
sublimes de la fe cristiana.
Cuando uno trata de estudiar, de profundizar su fe, o de comprender la Biblia, tiene que invocar al Espíritu Santo para que derrame este don con mayor intensidad; porque nuestra mente, sin la luz del Espíritu Santo, nada puede comprender de los misterios de la fe.
Cuando uno trata de estudiar, de profundizar su fe, o de comprender la Biblia, tiene que invocar al Espíritu Santo para que derrame este don con mayor intensidad; porque nuestra mente, sin la luz del Espíritu Santo, nada puede comprender de los misterios de la fe.
Doy gracias a Dios por su regreso, que el Espíritu Santo de Dios continúe iluminando sus pasos, para Gloria de Dios y para que nosotros gocemos de este alimento espiritual. Dios lo bendiga y guarde
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