Ven Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo

martes, 2 de julio de 2024

3 de julio


Es maravilloso detenerse a admirar cómo se hace presente la vida del Espíritu en las relaciones humanas. Porque todo gesto de amor humano es un pálido reflejo de ese Amor infinito que une al Padre y al Hijo.

Toda experiencia de amor sincero es una chispa del Espíritu Santo que se mete en este mundo.

Por eso, para imaginarme cómo es el Espíritu Santo debo imaginarme un momento, una experiencia de amor humano generoso, sincero, feliz. Eso mismo, infinitamente más grande, más precioso, es el Espíritu Santo.

Por eso puedo detenerme a admirar los luminosos reflejos del Espíritu Santo en una pareja que se ama, en un abrazo de reencuentro, en un gesto de servicio humilde y generoso, en una sonrisa que busca hacer feliz a otro.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

https://youtu.be/gQtgR30zqJM

https://www.facebook.com/100064745704646/posts/pfbid08X8f7E3JadmZMWTMtZ6wWDnhuK1JznV5hWWJrPoAAPjqTA54T1T46zqxq4xqFsAHl/

https://www.instagram.com/reel/C88Uc_EoE8v/?igsh=bjJ4aGF1c3ViZmdn

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2 de julio

El Espíritu Santo nos hace encontrar en las cosas de este mundo mucho más que lo que nosotros buscamos en ellas.

Es completamente normal que nos gusten las cosas de la tierra, que nos atraigan las cosas de este mundo, porque Dios las creó “para que las disfrutemos” (1 Tim 6, 17). Si no fuera así, nos moriríamos de angustia y no podríamos soportar esta vida. 

El atractivo de las cosas es un signo maravilloso, y la variedad de este mundo, repleto de cosas agradables, es un reflejo de la inagotable hermosura de Dios. 

El atractivo que sentimos por el placer que nos brindan las cosas de esta tierra nos dice que existe la vida y la esperanza, que vale la pena haber nacido, que existe la hermosura y existe el bien; en definitiva, que existe Dios.

El problema es que a veces nos confundimos, y eso es causa de muchas tristezas. Porque las cosas son simplemente creaturas de Dios que reflejan un poquito de su belleza; pero él es infinitamente más que ellas e infinitamente mejor que las cosas.

Sin embargo, las cosas nos engañan, y a veces nos confundimos creyendo que son eternas, y llegamos a adorarlas como si fueran nuestro Dios.

El problema en realidad no son las cosas de este mundo, sino nuestra debilidad, nuestra pequeñez, nuestra oscuridad que nos enceguece. Nosotros olvidamos que en las creaturas tenemos que descubrir al Señor infinitamente bello que se refleja en ellas. Olvidamos que estamos creados para él, y no para las cosas que son obra de sus manos y sólo manifiestan una gota de su belleza.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a trascender las cosas, que podamos detenernos en ellas con gozo, pero encontrando en ellas al Creador, como lo hacía San Francisco de Asís, lleno de ternura y de alegría.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

https://youtube.com/@cincominutosdelespiritusanto

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lunes, 1 de julio de 2024

1 de julio


En Jn 3, 14-21 se nos dice que basta mirarlo a Jesús ser salvados, así como Moisés levantaba la serpiente en el desierto para que con sólo mirarla se alcanzara la liberación.

Mirarlo, sacar los ojos por un instante de nuestra maraña de cansancios, resentimientos, orgullos lastimados, insatisfacciones. Mirarlo, levantando los ojos más allá de la miseria sabiendo que hay algo más, que existe la luz sobrenatural que quiere bañar y transformar las tinieblas donde estamos sumergidos. Sólo levantar los ojos, para descubrir que no todo es negro y oscuro, que existe la verdad.

Pero nuestros ojos no se levantan por su propio poder. Es mucha la fuerza del pecado que nos ha ido lastimando y debilitando, como para pensar que con nuestro propio esfuerzo podemos levantar los ojos. Pero además, es tan grande la luz del amor de Dios, que los ojos del corazón humano no pueden percibirla si ese corazón no es elevado. Sólo nos sana y nos eleva la gracia del Espíritu Santo. 

Por eso, en medio de la oscuridad, podemos reconocer el secreto impulso del Espíritu Santo que nos invita a clamar: “Señor, ayúdame, para que pueda levantar mis ojos y te vea”.

Nosotros podemos preferir la oscuridad antes que su luz, cuando queremos ser los únicos señores de nuestra vida, cuando confiamos absolutamente en nuestra propia claridad. Cuando creemos conocer solos, sin ayuda de nadie, el camino que nos conviene para ser felices. 

Entonces sentimos que no necesitamos un salvador, y ni siquiera queremos levantar los ojos para verlo. Por eso no podemos ser liberados por la fuerza sanadora de su inmenso amor. Invoquemos al Espíritu Santo, que es único que puede hacernos levantar los ojos para que seamos salvados. 


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

https://youtu.be/NFucZZCICuc

https://www.instagram.com/reel/C83Z_Zts0LM/?igsh=MTBjZGtiY3FjODlwOQ==

https://www.facebook.com/100064745704646/posts/pfbid02Lfs41MAcEg4igtzsQjgqgFwDMMG5Ra6ktyggmEXNU2eq89bnK19xY7j5UNGA2Yrpl/
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