martes, 31 de diciembre de 2013

31 de Diciembre

Al terminar el año es bueno dejarlo todo en la presencia de Dios, decirle que queremos que todo lo bueno que hemos vivido sea para su gloria, y pedirle al Espíritu Santo que purifique todo lo que no ha sido santo, bello y bueno.

En un año el Espíritu Santo ha hecho muchas cosas en nuestra vida, ha trabajado secretamente en nuestro interior y nos ha enseñado secretos de sabiduría. De nuestras angustias, fracasos, errores y sufrimientos, también ha sacado cosas buenas, aunque nosotros no alcancemos a descubrirlas.

Demos gracias al dulce huésped del alma, por su presencia discreta y constante, por su tierna paciencia con nosotros, y sobre todo por su infinito amor, que puede darle sentido a todo lo que hemos vivido.

Y para poder comenzar mañana un año mejor, invoquémoslo con toda el alma: "¡Ven Espíritu Santo!".

lunes, 30 de diciembre de 2013

30 de Diciembre

El Espíritu Santo es luz. Eso significa muchas cosas:

La luz del sol hace posible la vida. Si el sol se apagara, la vida desaparecería en esta tierra. Por eso, la luz también simboliza la vida, y el Espíritu Santo es una fuente permanente de vida. Habitando en lo más íntimo de cada cosa, la hace existir con su poder. Pero de un modo especial, el Espíritu Santo es vida para nuestra intimidad, porque él es amor, y sin el amor no hay vida que valga la pena.

La luz también es necesaria para caminar, para ver el camino, para saber a dónde vamos. Si alguna vez hemos hecho la experiencia de caminar a oscuras, perdidos y desorientados, sabemos lo que significa la luz. Y cuando aparece una pequeña claridad que nos orienta, la amamos y la agradecemos. El Espíritu Santo es luz. Él nos hace descubrir por dónde tenemos que caminar y hacia dónde tenemos que ir. Cuando lo invocamos con sinceridad, él nos ilumina para tomar las decisiones correctas.

La luz también nos permite ver las cosas, descubrir sus colores, su belleza. Cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine cada cosa, podemos ver su hermosura y disfrutarlas mucho más.

Demos gracias al Espíritu Santo porque él derrama su luz en nuestra vida.

domingo, 29 de diciembre de 2013

29 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, y ayúdame a poner en tu presencia todo lo que me preocupa, todo lo que me inquieta, todo lo que perturba mi paz. Tú sabes cuáles son mis preocupaciones más profundas, pero hoy quiero contártelas, porque es mejor compartirlas contigo que pretender enfrentarlas con mis pocas fuerzas humanas.

Escúchame Señor, porque clamo a ti con toda mi alma, a ti levanto mis brazos y te ruego que me auxilies. Quiero decirte todo lo que a veces me preocupa: mi salud, mi trabajo, mis seres queridos, mis necesidades, y todo lo que me perturba y me inquieta. Toma todo eso, y ocúpate también tú conmigo.

Ven Espíritu Santo, porque así no me sentiré solo con el peso de la vida, y podré caminar y avanzar con ganas. Ven para que pueda experimentar tu dulzura, tu gozo, tu fuerza. Dame la gracia de ver que, aunque todo pasa, lo que nunca se acaba es tu amor, y con ese amor puedo enfrentarlo todo.

Amén."

sábado, 28 de diciembre de 2013

28 de Diciembre

Cuando está terminando un año, es hora de evaluar cómo lo hemos vivido, y también es el momento de prepararnos para comenzar una nueva etapa de nuestras vidas. Es hora de revisar cómo están nuestros grandes ideales, y de preguntarnos cómo podríamos vivirlos mejor.

Pero cuando nos preparamos para comenzar una nueva etapa, es indispensable detenernos a presentarle al Espíritu Santo nuestros proyectos y nuestros sueños, y también a pedirle que nos ilumine para ver si eso realmente nos conviene.

El Espíritu Santo siempre busca hacernos crecer, hacernos avanzar un poco más. Por eso, él mismo nos inspira para que comencemos nuevas etapas, para que no nos quedemos encerrados en el pasado, para que saquemos lo mejor de nosotros, y sepamos volver a comenzar, una vez más. Él se derrama de un modo especial cuando está por comenzar algo nuevo.

Dejemos que en estos últimos días del año el Espíritu Santo nos inspire sueños buenos, proyectos generosos, perspectivas llenas de esperanza y entusiasmo.

viernes, 27 de diciembre de 2013

27 de Diciembre

El Espíritu Santo vive extasiado con el Padre Dios y con su Hijo Jesús. Por eso él siempre nos mueve a adorar al Padre y a vivir en amistad con Jesús. Su gloria está en que nosotros busquemos la amistad con Jesús cada vez más.

Hoy la Iglesia nos invita a recordar al evangelista San Juan, visto como el discípulo amado (Juan 20,3-8), que pudo hablar de Jesús con gran profundidad porque había vivido muy de cerca los momentos más importantes del Maestro. Se recostaba sobre su pecho y le preguntaba sus dudas, y estuvo al pie de la cruz cuando todos se habían ido. Por eso es el modelo del discípulo fiel hasta las últimas consecuencias, con una fidelidad que brota de un amor invencible. Esa misma amistad quiere producir el Espíritu Santo en nuestras vidas.

Juan es testigo privilegiado de la resurrección del Señor, porque no sólo fue el primer discípulo que vio el sepulcro vacío, sino que al verlo interpretó la Palabra de Dios (Juan 20,9) y creyó en la resurrección de Jesús. Así nos enseña cómo los acontecimientos que aparentemente no dicen nada, si son iluminados por la Palabra de Dios pueden comunicarnos los mensajes más profundos. Todo lo que nos pasa puede enseñarnos algo grande si aprendemos a iluminarlo con la Palabra del Señor que lo aclara y lo explica.

La Iglesia primitiva, sobre todo la comunidad de Juan, valoraba especialmente sus enseñanzas, porque estaban fundadas en su experiencia particular junto a Jesús, como "el discípulo al que Jesús amaba" de un modo especial, el que lo acompañó en todo momento. También nosotros podemos aprender muchas cosas recostados en el pecho de Jesús. Pero para eso necesitamos que el Espíritu Santo nos libere de muchas ataduras del corazón que nos alejan del Señor. Pidámosle que nos llene con su fuego, para que queme todo lo que no nos deja vivir esa hermosa amistad.

jueves, 26 de diciembre de 2013

26 de Diciembre

El agua apaga el fuego, pero el viento lo aviva. ¿Por qué al Espíritu Santo se lo asocia con el fuego, el agua y el viento al mismo tiempo?

El Espíritu Santo es fuego espiritual, porque, cuando se lo permitimos, él quema nuestros males y los reduce a cenizas. Destruye el pecado, el egoísmo, la vanidad, la tristeza. Pero luego viene como viento, arrastrando esas basuras y cenizas que quedan todavía en el alma.

Y finalmente se derrama como lluvia, que termina de limpiar toda impureza. A veces es agua que cae suavemente; otras veces es un torrente lleno de ímpetu y furor, que arrasa lo malo con toda su potencia de santidad.

Nosotros a veces le exigimos al Espíritu Santo que venga a nuestra vida de determinada manera. Quisiéramos que cayera siempre como lluvia mansa, o preferiríamos siempre el calor del fuego, o desearíamos una brisa suave. Pero él viene siempre de distinto modo, viene como a él le parece. En realidad, viene como más lo necesitamos, aunque a veces no podamos comprenderlo, aunque nos resulte incómodo.

Pero es mejor dejarlo actuar como él quiera, ya que él sabe mejor que nadie lo que realmente nos hace falta para seguir creciendo.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

25 de Diciembre:

“Ven Espíritu Santo, llena mi corazón y mi boca de alabanzas, para adorar con el coro de los ángeles a Jesús recién nacido. Enséñame a contemplarlo con los ojos sencillos de los pastores, a regalarle ofrendas de amor como los magos.

Toca mi mente y mi corazón para que pueda admirarme feliz ante Dios encarnado, el que me amó tanto hasta hacerse niño, para salvarme desde la pequeñez humana. ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz! Enséñame a orar, Espíritu Santo, para que pueda adorar a mi Salvador y cantarle a su sencillez divina.

Y obra dentro de mí, Espíritu Santo, para que Jesús pueda nacer también en mi vida, para que pueda nacer en mi casa, para que ilumine todo con su presencia.

Que en esta Navidad puedan renacer muchas cosas buenas en mí. Renuévalo todo con tu gracia, Espíritu de santidad. Toma toda mi existencia.

Amén."

martes, 24 de diciembre de 2013

24 de Diciembre:

El Espíritu Santo engendró a Jesús en el seno de María. Dice el Evangelio que ella "concibió un hijo por obra del Espíritu Santo" (Mateo 1,18).

De la misma manera, el Espíritu Santo puede hacer nacer a Jesús en nuestro interior, para que Jesús alegre nuestro corazón.

Pero no basta decir esto, que hoy se repite mucho. Porque la Navidad no es una celebración puramente íntima, no es un encuentro entre mi corazón y Jesús, como si no existiera nada más. El Espíritu Santo quiere hacer renacer a Jesús en toda mi existencia: en mi trabajo, en mis proyectos, en mis relaciones, en mi familia. Y lo más importante es que Jesús nazca entre nosotros, para ayudarnos a crear un mundo mejor, de fraternidad y justicia.

Porque a él no le agradamos sólo por nuestros dulces sentimientos, sino por nuestra docilidad llena de amor que nos lleva a comunicar a los demás lo que hemos recibido. El Espíritu Santo siempre busca crear vida comunitaria, y una vida comunitaria cada vez más generosa y ejemplar. Por eso, a él no le basta con hacer nacer a Jesús en la intimidad de cada uno, sino en la vida compartida de cada familia, de cada grupo, de cada comunidad.

lunes, 23 de diciembre de 2013

23 de Diciembre:

El Espíritu Santo no se deleita cuando nos escondemos de las dificultades, cuando queremos ignorar los problemas, cuando escapamos de los desafíos que la vida permanentemente nos presenta.

Al contrario, el Espíritu Santo es viento que empuja. Él nos invita siempre a enfrentar las dificultades, nunca a escapar. Porque cada dificultad que yo tenga que enfrentar será siempre una nueva posibilidad para crecer.

En cada problema que resuelvo aprendo algo nuevo, después de cada experiencia dura que atravieso, queda siempre algo más de sabiduría en el corazón. Ninguna dificultad es en vano, ningún sufrimiento es inútil.

Siempre, después de una tormenta de la vida, salimos renovados. Se libera algo nuevo que, sin esa tormenta, no habríamos descubierto. Hay muchas cosas bellas en nuestro interior que tenemos que ejercitar para que se desarrollen, y cada nuevo desafío de la vida es esa oportunidad para desarrollarlas.

Por eso, el Espíritu Santo siempre nos mueve a enfrentar las cosas, y nunca a retraernos como perros miedosos. Dejémonos llevar.

domingo, 22 de diciembre de 2013

22 de Diciembre:

"Ven Espíritu Santo, inspírame, porque quiero alabarte. Abre mi corazón y elévalo en tu presencia, para que te adore con sinceridad y gozo.

Tú eres Dios, infinito, sin límites, sin confines. Te adoro.
Tú eres simple, único, sin mezcla de oscuridad, ni manchas, ni mentiras. Te adoro.
Tú estás en todas partes, penetrándolo todo, llenándolo todo con tu presencia. Te adoro.
Tú eres belleza pura, y bañas con tu luz todo lo que tocas. Te adoro.
Tú eres amor, amor sin egoísmo alguno, amor desinteresado, amor libre. Te adoro.

Ven Espíritu Santo, para que pueda adorarte cada día, para que no me mire permanentemente a mí mismo y sea capaz de reconocer tu claridad hermosísima, tu perfección incomparable, tu esplendor, tu gracia, tu maravilla, tu encanto eterno.
Ven Espíritu Santo.

Amén."

sábado, 21 de diciembre de 2013

21 de Diciembre:

Este día en algunos países comienza el verano, y en otros países comienza el invierno. Esos cambios en el clima nos recuerdan las etapas de nuestra vida, y nos ayudan a ver cómo el Espíritu Santo puede actuar en todas las situaciones.

Él actúa en la primavera, haciendo brotar las flores que alegran el paisaje y despiertan esperanza. Junto con esos brotes, suscita el amor de las parejas, nuevos encuentros llenos de ternura y de deseo.

Actúa también en el verano, cuando las plantas desarrollan todo su follaje, cuando las personas disfrutan de la naturaleza, sienten brotar el sudor y experimentan la vida en sus cuerpos.

Pero actúa también en el otoño, cuando todo invita a la reflexión, cuando las hojas que caen nos recuerdan que muchas cosas se terminan, que algunas cosas han cumplido su ciclo, y que hay que dejarlas caer.

Y también actúa en el invierno, cuando el frío a veces molesta, cuando no podemos hacer todo lo que queremos, cuando parece que los árboles están muertos. Sin embargo, se está gestando nueva vida, y muchos frutales necesitan el frío para poder producir frutos más sabrosos. Allí se preparan muchas cosas buenas y hermosas.

Lo mismo hace el Espíritu Santo en nuestras vidas, en las diversas etapas que nos toca vivir. Cuando se haga presente el invierno, podemos tener la certeza que el Espíritu Santo está preparando alguna primavera, y quizás sea necesario podar algunas cosas, para que otras ramas nuevas puedan brotar con más fuerza.

viernes, 20 de diciembre de 2013

20 de Diciembre:

"Espíritu Santo, ven.

A veces te imagino delicado como una paloma, tibio como un soplo de pura suavidad, sereno y discreto como una caricia. Y eso es verdad. Pero no quiero olvidar que eres también el Dios todopoderoso, junto con el Padre y el Hijo, lleno de poder ilimitado, capaz de crearlo todo y de destruirlo todo en un instante, Dios altísimo, omnipotente y glorioso. Por eso invoco tu poder divino y te pido que te hagas presente en mí con toda su potencia.
Ven Espíritu divino, a destruir todo mal en mi ser, a aniquilar todo sentimiento de odio o de venganza, todo egoísmo y toda vanidad absurda.

Ven a reducir a cenizas mi orgullo que me lleva a sentirme diferente, superior, elegido, especial. Ven para que reconozca mi tremenda pequeñez y mi oscura debilidad, de manera que nunca más pretenda confiar en mi grandeza, y más bien me arroje confiado a tu voluntad y a tu fuerza. Ven, todopoderoso, para que nunca más opte por la mentira, la apariencia o la indiferencia. Ven para que de una vez por todas me decida a luchar y a morir sólo por el bien, la verdad y la belleza.

Ven Espíritu Santo.

Amén."

jueves, 19 de diciembre de 2013

19 de Diciembre:

Para cambiar el mundo es necesario que demos el testimonio de una vida ejemplar, que seamos modelos de entrega, de responsabilidad, de generosidad, de honestidad, de alegría. Pero también, algunas veces, es necesario hablar de Jesús. Con respeto, con delicadeza, con humildad, pero también con convicción, amor y entusiasmo, hablar de él. Normalmente no hacen falta muchas palabras.

Hay formas sencillas de hablar de él y de reconocer nuestra fe. Por ejemplo, teniendo una imagen suya en la entrada de nuestra casa, o llevando un rosario en el cuello, o bendiciendo la mesa. Son pequeños testimonios que hacen presente a Jesús en el mundo.

El Espíritu Santo no nos hará completamente perfectos en esta vida, pero nos ayudará a sacar lo mejor de nosotros mismos, para que Jesús se refleje en nuestra forma de vivir.

Ese testimonio, si es auténtico, termina contagiando, y cambiando las cosas. No cambiaremos el mundo entero, pero si nos dejamos llevar por el Espíritu Santo, algo cambiará en nuestro pequeño mundo, y eso en definitiva será bueno para todos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

18 de Diciembre:

El Padre Dios y su Hijo Jesús viven en nosotros y nos santifican, pero lo hacen regalándonos el Espíritu Santo. Por eso, podemos decir que el Espíritu Santo es el que toca nuestro interior, el que hace la obra más íntima, el que derrama el amor en nuestras fibras interiores.

Es cierto que el Espíritu Santo siempre nos une a Jesús y al Padre Dios; pero es él quien nos transforma íntimamente para que seamos parecidos a Jesús y nos volvamos cada vez más agradables al Padre.

Los santos padres de la Iglesia utilizaban algunos ejemplos para destacar esa obra tan íntima del Espíritu Santo. Le llamaban, por ejemplo, el dedo de Dios, porque él toma contacto con nuestro corazón y lo sana, lo libera, lo purifica. También decían que es como la punta de un rayo. Porque el Padre Dios es como la fuente oculta de energía que habita en el cielo, el Hijo es el relámpago que lo manifiesta con su luz, y el Espíritu Santo es como la punta de ese rayo que quema la tierra.

También decían que las tres Personas de la Trinidad son como el agua que sacia nuestra sed. Pero el Padre es el manantial deseado de donde brota el agua, el Hijo son los chorros de agua que lo manifiestan y nos alegran, y el Espíritu Santo es el agua que nosotros bebemos y nos refresca.

martes, 17 de diciembre de 2013

26 de Diciembre:

El agua apaga el fuego, pero el viento lo aviva. ¿Por qué al Espíritu Santo se lo asocia con el fuego, el agua y el viento al mismo tiempo?

El Espíritu Santo es fuego espiritual, porque, cuando se lo permitimos, él quema nuestros males y los reduce a cenizas. Destruye el pecado, el egoísmo, la vanidad, la tristeza. Pero luego viene como viento, arrastrando esas basuras y cenizas que quedan todavía en el alma.

Y finalmente se derrama como lluvia, que termina de limpiar toda impureza. A veces es agua que cae suavemente; otras veces es un torrente lleno de ímpetu y furor, que arrasa lo malo con toda su potencia de santidad.

Nosotros a veces le exigimos al Espíritu Santo que venga a nuestra vida de determinada manera. Quisiéramos que cayera siempre como lluvia mansa, o preferiríamos siempre el calor del fuego, o desearíamos una brisa suave. Pero él viene siempre de distinto modo, viene como a él le parece. En realidad, viene como más lo necesitamos, aunque a veces no podamos comprenderlo, aunque nos resulte incómodo.

Pero es mejor dejarlo actuar como él quiera, ya que él sabe mejor que nadie lo que realmente nos hace falta para seguir creciendo.

17 de Diciembre:

"Ven Espíritu Santo, porque cuando llueve añoro el sol; cuando hace calor, deseo el aire fresco; cuando estoy solo extraño a los amigos; cuando estoy con ellos desearía la calma de la soledad. Nunca estoy del todo conforme con la vida.

Ven a sanar a esta pobre creatura insatisfecha, que no sabe adaptarse, que no sabe valorar lo bueno de cada cosa, la belleza de cada momento.

Ven a darme un corazón abierto y optimista, capaz de recibir lo que tú le regalas, cuando tú lo regalas y como tú quieras regalarlo. Hoy mismo, Espíritu Santo, enséñame a valorar el bien de este día así como es, sin exigir otra cosa. Enséñame a entregarme en estas circunstancias que me toca vivir, y muéstrame que también de esto que me está sucediendo puedo aprender algo, puedo sacar algo bueno.

Ven Espíritu Santo.

Amén."

lunes, 16 de diciembre de 2013

16 de Diciembre

A veces parece fácil hablar de amor a los enemigos, hasta que alguien nos critica, nos quita la fama, se queda con cosas nuestras, nos roba o nos trata agresivamente. Entonces sentimos algo que nos muerde por dentro, y toda la ternura desaparece.

Amar a los enemigos no es algo natural, sino algo superior, que sólo es posible si dejamos que el Espíritu Santo nos cambie la vida. Hay testimonios muy bellos de personas que fueron capaces de pasar por alto las ofensas y seguir amando a pesar de todo. El modelo más perfecto es el de Jesús.

Pero hoy quisiera recordarte el ejemplo de Martin Luther King, ese gran defensor de los derechos de los negros en Estados Unidos. Cuando algunos amigos suyos querían defenderse utilizando la violencia, él les pedía que reaccionaran con amor y vencieran el mal con el bien. A sus enemigos, que finalmente lo asesinaron, les escribía estas palabras admirables:

"Haz lo que quieras, y seguiremos amándote...Métenos en la cárcel, y aún te amaremos; arroja bombas en nuestras casas, y aún te amaremos; aterroriza a nuestros hijos, y todavía te amaremos. Envía en plena noche a tus bandoleros a nuestras comunidades, para que nos apaleen y nos dejen medio muertos, y todavía te amaremos..."

Ese amor es una obra preciosa del Espíritu Santo, que hace maravillas admirables. Por eso, no todo está perdido.

domingo, 15 de diciembre de 2013

15 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo. Eres llama de fuego que se eleva siempre más alto, que asciende vigorosa hasta los cielos. Ven, no me dejes postrado en la fría miseria, en la mediocre chatura. Ven a elevarme siempre más, para que me entregue en las pequeñeces de cada día con un sentido cada vez más sublime. Ven Espíritu Santo.

Eres rocío suave y constante, que va penetrando lentamente, pero que poco a poco va llegando a lo más profundo, a lo más secreto, a lo más escondido, a cada rincón de mi ser. Ven, y transfórmalo todo, baña, limpia y fecunda con tu agua de vida toda mi existencia, sin dejar nada fuera de tu acción santificadora. Ven, Espíritu Santo.

Eres viento que impulsa, que arrastra con suavidad, pero con firmeza, que lanza hacia el futuro desconocido.

Ven, y no permitas que me frustre, anclado en las cosas de siempre, incapaz de avanzar, temeroso ante todo lo nuevo, encerrado en mi comodidad. Te doy permiso, arráncame de mi mundo pequeño, y llévame donde quieras. Ven Espíritu Santo, para que aprenda a vivir una vez más.

Amén."

sábado, 14 de diciembre de 2013

14 de Diciembre

Los místicos nos recuerdan que el Espíritu Santo quiere hacernos experimentar a fondo las maravillas del amor de Dios. Él quiere llevarnos a las experiencias espirituales más preciosas y más profundas; pero para eso hay que crecer, dejándose llevar por el Espíritu siempre más alto.

Hoy recordamos al místico San Juan de la Cruz. Fue carmelita, amigo de Santa Teresa, que lo consideraba un santo. Ella lo invitó a cooperar en la reforma de su Orden. Sufrió la desconfianza y el resentimiento de sus propios hermanos ante la reforma que él apoyaba. Acusándolo de loco por sus experiencias y enseñanzas espirituales, lo tuvieron prisionero durante nueve meses en condiciones inhumanas.
Sabían que Juan era el principal modelo e inspirador entre los varones de la reforma que se proponía, y pensaban que acallarlo a él era obtener el triunfo. Pero en esa situación, donde no faltaron torturas, Juan tuvo sublimes experiencias espirituales y compuso buena parte del Cántico Espiritual. Finalmente, logró huir por la ventana de la celda y se refugió en un convento de las carmelitas.

En sus últimos años vivió las más profundas experiencias místicas, marcadas por la experiencia de la nada del mundo, de la nada de sí mismo y de la unión profunda con el todo de Dios, que todo lo supera. Este doctor de la Iglesia nos ha dejado en sus escritos los testimonios más preciosos de las alturas de la vida mística.

En su Cántico Espiritual enseñaba que Dios es siempre un misterio, y que también es un misterio nuestra relación con él, ese inabarcable y único camino que Dios hace con cada uno de nosotros, los inexplicables trayectos que él realiza en nuestra historia personal.

Hay detrás de cada experiencia de este mundo una inmensidad admirable que uno no acaba de descubrir, y "se llama un no sé qué, porque no se sabe decir" (Cántico, 7,1). Por eso, uno de los grandes pasos en nuestro camino espiritual es el que se produce cuando tomamos verdadera conciencia de lo que no sabemos de Dios y de sus designios; eso que nadie puede decirnos. Ignorancia que nos hace sabios porque nos vuelve más receptivos y disponibles.

Juan pidió vivir solo y retirado los últimos años de su vida, y murió en Úbeda, con el crucifijo en la mano, repitiendo como Jesús: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu". Su testimonio nos estimula a no conformarnos con poca cosa en el camino de nuestra amistad con Dios, y nos mueve a desear las cumbres de la vida mística. Nos invita a aceptar que el Espíritu Santo nos lleve a lo más alto.

viernes, 13 de diciembre de 2013

13 de Diciembre

Sabemos que el Espíritu Santo derrama sus carismas por todas partes. San Pablo nos habla de algunos carismas en 1 Corintios 12,8-11. Pero esos no son los únicos carismas. Hay miles de carismas diferentes. Sin duda, en tu vida también hay varios de esos carismas.

Un carisma es una capacidad que el Espíritu Santo bendice y utiliza para que hagas el bien a los demás.

No existe sólo el carisma de hacer milagros; también está el carisma de hacer una buena comida para que los demás disfruten. Eso es un regalo del Espíritu Santo.

No existe sólo el carisma de gobernar; también existe el carisma de la simpatía, o la capacidad de decir palabras que alivian a los demás.

No existe sólo el carisma de enseñar; también existe el carisma de cantar, de dibujar, de arreglar una casa, de saber invertir el dinero.

Todos tenemos capacidades que el Espíritu Santo quiere utilizar para que nos ayudemos unos a otros a vivir mejor. Descubrámoslos, valorémoslos y aprovechémoslos. Porque es bello sentirse útil, sobre todo cuando uno acepta ser un instrumento del Espíritu Santo.

jueves, 12 de diciembre de 2013

12 de Diciembre

El Espíritu Santo es una eterna novedad.

Cuando no le encontramos variedad y novedades a la vida, el problema no es la vida, sino nuestra incapacidad de descubrir las cosas.

La vida es inagotable, el mundo está lleno de una riqueza inabarcable, existen millones de cosas que podrían captar nuestro interés. El problema es que a veces estamos clausurados en unas pocas cosas, y cuando nos aburrimos de ellas, somos incapaces de ampliar nuestra mente para valorar otras cosas.

De hecho, a veces los cristianos nos aburrimos de Jesús o del Evangelio, porque creemos que ya conocemos todo, que nada nos puede sorprender.

Pero a Jesús jamás podremos terminar de conocerlo, nunca podremos decir que él ya no tiene nada para ofrecernos. Y nadie puede ser tan vanidoso como para pensar que el Evangelio ya no puede enseñarle nada. Porque la Palabra de Dios es viva, y siempre puede producir nuevos frutos.

Por eso, si nos hemos vuelto incapaces de reconocer las infinitas novedades de la vida, mejor acerquémonos humildemente al Espíritu Santo, y pidámosle que cure nuestra ceguera, que nos devuelva la capacidad de sorprendernos.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

11 de Diciembre

"Espíritu Santo, que trabajas secretamente en nuestros corazones y nos impulsas con delicadeza al amor, ayúdame a descubrir las cosas bellas que haces en los demás.

Ayúdame a estar más atento a las cosas positivas que realizas en los hermanos, para que no me detenga tanto a lamentar los defectos ajenos, para que no crea que todo es demasiado negro.

Abre mis ojos e ilumíname con tu presencia, para mirar a los demás con bondad y alabarte por todo lo que haces en ellos.

Te adoro, Espíritu, porque siempre descubro algo de ti en la hermosura de tu obra, en lo que realizas en el mundo, en los sacramentos, en las virtudes, en los dones, en los carismas y en las inspiraciones que vienen de ti.

Te adoro por los momentos de amor sincero que me hiciste vivir, tocándome por dentro. Alabado seas, Espíritu sublime.
Te adoro con todo el corazón.

Amén."

martes, 10 de diciembre de 2013

10 de Diciembre

Respiro profundamente, como si el aire fuera un soplo del Espíritu que viene a regalarme nueva vida.

Expulso el aire viciado, lo saco todo afuera hasta que no quede nada, para que con ese aire se alejen de mí todas las impurezas interiores, la tristeza, el cansancio, las tensiones, los malos recuerdos. Me vacío.

Luego aspiro de nuevo con profundidad, recibiendo la vida nueva del Espíritu y la frescura que me alivia.

Poco a poco voy haciendo silencio en mi interior, dejando que se apaguen todos los nerviosismos, que se acallen los pensamientos. Permito que cada parte de mi cuerpo se relaje y se desplome serenamente.

Así, habitado por un profundo silencio, dejo que el Espíritu Santo me diga palabras nuevas, eso que necesito escuchar en este momento de mi vida.

lunes, 9 de diciembre de 2013

09 de Diciembre

“Ven Espíritu Santo, quiero creer que hay mucho más que lo que ven mis ojos, mucho más que lo que escucho por la calle, mucho más que lo que me sugieren mis sentimientos tan variables.

Quiero creer en ese mundo celestial que habita en medio de nosotros. Quiero creer que más allá del dolor está tu consuelo, que más allá de mis fracasos hay una permanente esperanza, que más allá de las caídas estás tú llamándome, invitándome, esperándome. Ven Espíritu Santo, para que pueda ver eso que es invisible a los ojos, para que más allá de la apariencia de los demás, pueda reconocer que son imágenes de la Trinidad, que son sagrados, que son infinitamente amados por ti. Ven Espíritu Santo, para que en cada dificultad sepa ver una nueva oportunidad, para que pueda reconocer el misterio de tus proyectos divinos, que superan todos nuestros proyectos humanos.

Ven Espíritu Santo, derrama tu luz sobrenatural para que pueda vivir en otro nivel, cada vez más alto y más profundo.

Amén."

domingo, 8 de diciembre de 2013

08 de Diciembre

Es el mismo Espíritu Santo el que nos lleva a venerar a María. De hecho, cuenta el Evangelio que Isabel, llena del Espíritu Santo, se sintió indigna de estar ante María, y le dijo: "Bendita tú eres entre todas las mujeres... ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?" (Lucas 1,41-43).

Muchas veces se le llama Esposa del Espíritu Santo, porque él se derramó en María desde el primer instante de su existencia, la fecundó misteriosamente para que engendrara a Jesús. Además, ella quiso estar con los Apóstoles para ayudarlos a esperar Pentecostés, y toda su existencia fue una delicada y madura docilidad a los impulsos del Espíritu de amor.

Digámosle con amor en nuestro corazón: "María, acompáñame. Ayúdame Madre, para que pueda abrir mi corazón al Espíritu Santo; enséñame a invocarlo, a desearlo, a esperarlo, para que también en mi vida, en mi familia y en mi barrio haya un nuevo Pentecostés."

sábado, 7 de diciembre de 2013

07 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, amigo, porque contigo puedo compartir mis cosas más íntimas, todas mis inquietudes más secretas. Ven, amigo del alma, porque contigo puedo hablar sobre esas cosas que no me atrevo a decirle a nadie más.

Ven, amigo discreto, porque sé que no divulgarás ningún secreto mío, y todo lo que te diga quedará entre nosotros. Ven, amigo fiel, porque no hay momentos vacíos, donde no esté tu presencia, porque estás siempre.
Ven amigo generoso, porque siempre tienes algo para ofrecerme.

Ven amigo compasivo, porque eres el que mejor comprende mis debilidades. Ven, amigo sincero, porque no dejas de decirme lo que más necesito escuchar, aunque a veces me moleste.
Ven, Espíritu Santo.

Amén."

viernes, 6 de diciembre de 2013

06 de Diciembre

Es cierto que dentro de nosotros mismos hay cosas oscuras, viven rencores, tristezas, desilusiones, cansancios, egoísmos, vanidades, inclinaciones negativas que quieren arrastrarnos. Hay una atracción de la concupiscencia que nunca nos abandona del todo en esta vida.

Sin embargo, esa no es la única verdad. Porque dentro de nosotros también está el Espíritu Santo con sus impulsos, y él es más fuerte que las demás inclinaciones inconscientes que nos atraen. Si no fuera así, seriamos monstruos, sería imposible la vida en sociedad, y la humanidad habría desaparecido hace mucho.

Por eso, si queremos ser agradecidos con el Espíritu Santo, tenemos que detenernos a reconocer, valorar y agradecer las inclinaciones buenas que llevamos dentro.
Así, será posible que le permitamos a esa parte buena que llevamos dentro, que cure a la parte negativa.

Que esos brotes de alegría que tenemos en el corazón, se hagan fuertes, y acaricien la tristeza que nos amenaza, y la debiliten, y la sanen.

Con el Espíritu Santo podemos lograr que esa parte enojada que exige amor, se deje amar por esa otra parte que dentro de nosotros es capaz de dar amor.

Porque el Espíritu Santo también quiere amarnos y sanarnos a través de nosotros mismos; es decir, a través de esas cosas buenas que él mismo suscita en nuestra intimidad y que nosotros podemos aceptar y desarrollar.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

05 de Diciembre

El Espíritu Santo nos enseña a tener cariño por cada creatura de Dios, y sana las crueldades y la indiferencia de nuestro corazón.

Cuando nosotros sabemos tomar contacto con la naturaleza, eso nos contagia de la alegría de las criaturas. Pero cuando nos encerramos en miles de pensamientos de nuestra mente, y dejamos de contemplar el universo inmenso y variado, el interior se nos llena de angustias y perturbaciones.

No es bueno aislarse del mundo. Es muy sano detenerse a mirar los detalles preciosos de los animales, a escuchar el ruido del agua que corre, a percibir los colores y movimientos del cielo, a oler las flores, a sentir el contacto de los pies con la tierra, o a abrazar el tronco de un árbol. Si lo hacemos un instante, sin pensar en nada, sin dejar que la mente nos abrume con pensamientos inútiles, podremos compartir la alegría que Dios ha puesto en el universo.

Así le sucedía a San Francisco de Asís, que era feliz compartiendo la vida con el viento, la luna, el fuego, las aves del cielo. Pidamos al Espíritu Santo que nos regale un poco de esa felicidad llena de ternura.

04 de Diciembre

El Espíritu Santo derrama alegría. Varias veces la Biblia habla del "gozo del Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses 1,6; Romanos 14,17) y nos invita muchas veces a vivir alegres. Es voluntad del Señor que no vivamos tristes:

"No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con tus pensamientos. La alegría del corazón es vida para el hombre, y le alarga los días. Distrae tu alma y consuela tu corazón. Aparta de ti la tristeza, porque la tristeza ha perdido a muchos, y de ella no se saca ningún provecho" (Sirácides 30,21-23).

San Pablo insistía: "¡Alégrense en el Señor!" (Filipenses 4,4). Alegrarse en el Señor es vivir la fe con gozo, reconociendo al Señor resucitado en cada momento. Nuestra existencia cristiana debería ser una fiesta permanente, en medio de nuestros problemas, porque en Cristo hallamos el verdadero sentido de la vida, el camino que nos lleva a buen fin, la verdad que nos ilumina por encima de todas las mentiras de la tierra, la vida más intensa.

Es la alegría que llenaba el corazón de Andrés cuando encontró a Jesús y salió a gritar: "¡Hemos encontrado al Mesías!" (Juan 1,41). Es la alegría de los discípulos de Emaús, que sintieron arder su corazón junto a Jesús y corrieron a comunicarlo a los demás (Lucas 24,34). Es la alegría de quién encuentra un tesoro y descubre que vale la pena cambiarlo por todo lo demás (Mateo 13,44).
Pidamos al Espíritu Santo que sane toda tristeza y nos haga conocer esa dulce alegría.

martes, 3 de diciembre de 2013

03 de Diciembre

El Espíritu Santo nos llama, a cada uno de nosotros, a llevar el Evangelio a los demás. Pero nuestra debilidad siempre nos lleva a poner excusas y a seguir en la comodidad. Por eso es bueno que hoy recordemos a San Francisco Javier, para descubrir hasta qué punto el Espíritu Santo nos puede sacar de la comodidad.

Francisco Javier fue uno de los siete primeros integrantes de la comunidad de San Ignacio de Loyola que luego se llamaría Compañía de Jesús.

Viajó a Venecia con la intención de embarcarse para llegar a Tierra Santa. Allí se dedicó a atender enfermos en el hospital de incurables, donde transmitía el amor y el consuelo de Dios con una deslumbrante piedad. No pudo viajar a Jerusalén debido a la guerra de Venecia con los turcos. Pero realizó su incontenible deseo de evangelizar ofreciéndose al Papa para evangelizar en Asia. El Papa lo nombró legado suyo para todo el extremo Oriente. Se embarcó, y en el viaje no perdió tiempo. Convirtió a toda la tripulación.

Llegado a la india, comenzó una travesía marcada por permanentes gestos de heroísmo, de arrojo sin medidas y de sacrificada valentía. Cruzó ríos caudalosos, desiertos y ciénagas, miles de kilómetros descalzo y agobiado por el hambre y la sed. Predicaba sin pausa, convencía a los indígenas y los bautizaba. Dejó comunidades cristianas, que todavía hoy existen, en Ceylán, Malaca y las islas Molucas. Llegó al Japón y allí introdujo la fe. Cuando salió de Japón había dos mil cristianos, que posteriormente fueron perseguidos, y varios murieron mártires.

Francisco Javier agonizó rezando por los indígenas y rogando a sus compañeros que no abandonaran las misiones. Se calcula que a lo largo de su tarea misionera convirtió a unas treinta mil personas.

Dejémonos movilizar por su ejemplo, y pidamos al Espíritu Santo que sane nuestras comodidades y cobardías y nos mueva a llevar el Evangelio con fervor incansable.

lunes, 2 de diciembre de 2013

02 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, para que pueda reconocer que mi vida vale la pena, que yo no existo por casualidad o por fatalidad. Ven y hazte presente en el preciso instante en que yo fui concebido. Sopla con tu poder y llena de vida ese instante.

Tócame y derrama toda tu potencia en el seno de mi madre. Penetra con tu bendición en el momento en que comencé a existir, lléname de vida, y enséñame a amar mi vida como tú la amas. Ven Espíritu Santo, y ayúdame a descubrir que yo no existo porque sí; existo porque fui querido, fui amado y llamado a la vida por tu amor.

En el momento de mi concepción estabas tú, presente con todo tu poder. Gracias. Ven Espíritu Santo, y bendice mi vida con tu mirada, ayúdame a sentir la fortaleza de tu presencia.

Amén."

domingo, 1 de diciembre de 2013

01 de Diciembre

"Espíritu Santo, tú eres vida, tú eres necesario para mí como el aire que respiro. Te doy gracias por el don de la vida, porque es maravilloso existir. Permíteme respirar contigo, Señor.

Te adoro Espíritu Santo, porque así como el aire me rodea y penetra en mí, así también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia, lleno de vida en plenitud y de pura alegría, me penetras con tu gracia y me transformas con tu presencia.

¡Gloria a ti, Señor, Espíritu de vida! Junto con el aire que sale de mis pulmones, llévate todo lo que no me hace feliz, arroja fuera de mí toda impureza, expulsa todas mis angustias y tristezas, todos mis rencores y malos recuerdos, todo egoísmo y mala intención. Llévate todo Dios mío, y déjame sólo tu gracia, tu vida. Quédate tú invadiendo todo mi ser y reinando en mí con tu gozo en medio de mis tareas.

Amén."

30 de Noviembre

El Espíritu Santo es vida y derrama vida. A veces creemos que él sólo nos lleva a entrar en nuestro interior y a apartarnos del mundo. Pero es al revés, porque el Espíritu Santo llena todo el universo, y él espera que sepamos unirnos a todas las creaturas y a disfrutar del mundo.
En el universo hay mucha alegría, porque la alegría existe cuando uno es lo que debe ser, lo que Dios quiere que sea. Las estrellas, que ocupan su lugar en el cielo y brillan bellamente, cumplen la voluntad divina, y por eso en ellas hay alegría; una planta que crece cumple la voluntad de Dios, y en ella hay alegría; un pájaro que fabrica su nido sigue su instinto, y en él hay mucha alegría.
Todo el universo es como una canción de gozo. Pidamos al Espíritu Santo, que está en todas las cosas, que nos ayude a descubrirlo así, y encontremos nuestra propia alegría.