Ven Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo

jueves, 31 de diciembre de 2015

01 de Enero

En esta página encontrarás cada día alguna meditación o una oración dedicada al Espíritu Santo. Te propongo que, después de leer, te quedes unos minutos en la presencia del Señor para que él trabaje en tu interior. Así, día tras día, podrás intentar abrirle el corazón al "dulce huésped del alma".

Si cada día tratas de darle un lugar en tu vida, darás tu pequeña colaboración al Espíritu Santo para que tu vida se vaya transformando. Así, en tus oscuridades entrará la luz, en tu frío se encenderá un poco más el fuego, y renacerá la alegría.

Te sugiero que hagas ahora mismo un breve momento de oración para ofrecerle al Espíritu Santo este año que comienza, de manera que cada día de este año esté iluminado por su presencia santa.
 

miércoles, 30 de diciembre de 2015

31 de Diciembre

Al terminar el año es bueno dejarlo todo en la presencia de Dios, decirle que queremos que todo lo bueno que hemos vivido sea para su gloria, y pedirle al Espíritu Santo que purifique todo lo que no ha sido santo, bello y bueno.

En un año el Espíritu Santo ha hecho muchas cosas en nuestra vida, ha trabajado secretamente en nuestro interior y nos ha enseñado secretos de sabiduría. De nuestras angustias, fracasos, errores y sufrimientos, también ha sacado cosas buenas, aunque nosotros no alcancemos a descubrirlas.

Demos gracias al dulce huésped del alma, por su presencia discreta y constante, por su tierna paciencia con nosotros, y sobre todo por su infinito amor, que puede darle sentido a todo lo que hemos vivido.

Y para poder comenzar mañana un año mejor, invoquémoslo con toda el alma: "¡Ven Espíritu Santo!".

martes, 29 de diciembre de 2015

30 de Diciembre

El Espíritu Santo es luz. Eso significa muchas cosas:

La luz del sol hace posible la vida. Si el sol se apagara, la vida desaparecería en esta tierra. Por eso, la luz también simboliza la vida, y el Espíritu Santo es una fuente permanente de vida. Habitando en lo más íntimo de cada cosa, la hace existir con su poder. Pero de un modo especial, el Espíritu Santo es vida para nuestra intimidad, porque él es amor, y sin el amor no hay vida que valga la pena.

La luz también es necesaria para caminar, para ver el camino, para saber a dónde vamos. Si alguna vez hemos hecho la experiencia de caminar a oscuras, perdidos y desorientados, sabemos lo que significa la luz. Y cuando aparece una pequeña claridad que nos orienta, la amamos y la agradecemos. El Espíritu Santo es luz. Él nos hace descubrir por dónde tenemos que caminar y hacia dónde tenemos que ir. Cuando lo invocamos con sinceridad, él nos ilumina para tomar las decisiones correctas.

La luz también nos permite ver las cosas, descubrir sus colores, su belleza. Cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine cada cosa, podemos ver su hermosura y disfrutarlas mucho más.

Demos gracias al Espíritu Santo porque él derrama su luz en nuestra vida.
 

lunes, 28 de diciembre de 2015

29 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, y ayúdame a poner en tu presencia todo lo que me preocupa, todo lo que me inquieta, todo lo que perturba mi paz.
Tú sabes cuáles son mis preocupaciones más profundas, pero hoy quiero contártelas, porque es mejor compartirlas contigo que pretender enfrentarlas con mis pocas fuerzas humanas.
Escúchame Señor, porque clamo a ti con toda mi alma, a ti levanto mis brazos y te ruego que me auxilies. 
Quiero decirte todo lo que a veces me preocupa: mi salud, mi trabajo, mis seres queridos, mis necesidades, y todo lo que me perturba y me inquieta. Toma todo eso, y ocúpate también tú conmigo. Ven Espíritu Santo, porque así no me sentiré solo con el peso de la vida, y podré caminar y avanzar con ganas. Ven para que pueda experimentar tu dulzura, tu gozo, tu fuerza. Dame la gracia de ver que, aunque todo pasa, lo que nunca se acaba es tu amor, y con ese amor puedo enfrentarlo todo.
Amén."
 

domingo, 27 de diciembre de 2015

28 de Diciembre

Cuando está terminando un año, es hora de evaluar cómo lo hemos vivido, y también es el momento de prepararnos para comenzar una nueva etapa de nuestras vidas. Es hora de revisar cómo están nuestros grandes ideales, y de preguntarnos cómo podríamos vivirlos mejor. 

Pero cuando nos preparamos para comenzar una nueva etapa, es indispensable detenernos a presentarle al Espíritu Santo nuestros proyectos y nuestros sueños, y también a pedirle que nos ilumine para ver si eso realmente nos conviene. 
 
El Espíritu Santo siempre busca hacernos crecer, hacernos avanzar un poco más. Por eso, él mismo nos inspira para que comencemos nuevas etapas, para que no nos quedemos encerrados en el pasado, para que saquemos lo mejor de nosotros, y sepamos volver a comenzar, una vez más. Él se derrama de un modo especial cuando está por comenzar algo nuevo. 
 
Dejemos que en estos últimos días del año el Espíritu Santo nos inspire sueños buenos, proyectos generosos, perspectivas llenas de esperanza y entusiasmo.

27 de Diciembre

El Espíritu Santo vive extasiado con el Padre Dios y con su Hijo Jesús. Por eso él siempre nos mueve a adorar al Padre y a vivir en amistad con Jesús. Su gloria está en que nosotros busquemos la amistad con Jesús cada vez más.

Hoy la Iglesia nos invita a recordar al evangelista San Juan, visto como el discípulo amado (Juan 20,3-8), que pudo hablar de Jesús con gran profundidad porque había vivido muy de cerca los momentos más importantes del Maestro. Se recostaba sobre su pecho y le preguntaba sus dudas, y estuvo al pie de la cruz cuando todos se habían ido. Por eso es el modelo del discípulo fiel hasta las últimas consecuencias, con una fidelidad que brota de un amor invencible. Esa misma amistad quiere producir el Espíritu Santo en nuestras vidas.

Juan es testigo privilegiado de la resurrección del Señor, porque no sólo fue el primer discípulo que vio el sepulcro vacío, sino que al verlo interpretó la Palabra de Dios (Juan 20,9) y creyó en la resurrección de Jesús. Así nos enseña cómo los acontecimientos que aparentemente no dicen nada, si son iluminados por la Palabra de Dios pueden comunicarnos los mensajes más profundos. Todo lo que nos pasa puede enseñarnos algo grande si aprendemos a iluminarlo con la Palabra del Señor que lo aclara y lo explica.

La Iglesia primitiva, sobre todo la comunidad de Juan, valoraba especialmente sus enseñanzas, porque estaban fundadas en su experiencia particular junto a Jesús, como "el discípulo al que Jesús amaba" de un modo especial, el que lo acompañó en todo momento. También nosotros podemos aprender muchas cosas recostados en el pecho de Jesús. Pero para eso necesitamos que el Espíritu Santo nos libere de muchas ataduras del corazón que nos alejan del Señor. Pidámosle que nos llene con su fuego, para que queme todo lo que no nos deja vivir esa hermosa amistad.

sábado, 26 de diciembre de 2015

26 de Diciembre

El agua apaga el fuego, pero el viento lo aviva. ¿Por qué al Espíritu Santo se lo asocia con el fuego, el agua y el viento al mismo tiempo?

El Espíritu Santo es fuego espiritual, porque, cuando se lo permitimos, él quema nuestros males y los reduce a cenizas. Destruye el pecado, el egoísmo, la vanidad, la tristeza.

Pero luego viene como viento, arrastrando esas basuras y cenizas que quedan todavía en el alma.

Y finalmente se derrama como lluvia, que termina de limpiar toda impureza. A veces es agua que cae suavemente; otras veces es un torrente lleno de ímpetu y furor, que arrasa lo malo con toda su potencia de santidad.

Nosotros a veces le exigimos al Espíritu Santo que venga a nuestra vida de determinada manera. Quisiéramos que cayera siempre como lluvia mansa, o preferiríamos siempre el calor del fuego, o desearíamos una brisa suave. Pero él viene siempre de distinto modo, viene como a él le parece. En realidad, viene como más lo necesitamos, aunque a veces no podamos comprenderlo, aunque nos resulte incómodo.

Pero es mejor dejarlo actuar como él quiera, ya que él sabe mejor que nadie lo que realmente nos hace falta para seguir creciendo.

jueves, 24 de diciembre de 2015

25 de Diciembre

“Ven Espíritu Santo, llena mi corazón y mi boca de alabanzas, para adorar con el coro de los ángeles a Jesús recién nacido. Enséñame a contemplarlo con los ojos sencillos de los pastores, a regalarle ofrendas de amor como los magos.
Toca mi mente y mi corazón para que pueda admirarme feliz ante Dios encarnado, el que me amó tanto hasta hacerse niño, para salvarme desde la pequeñez humana. 
¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz! Enséñame a orar, Espíritu Santo, para que pueda adorar a mi Salvador y cantarle a su sencillez divina.
Y obra dentro de mí, Espíritu Santo, para que Jesús pueda nacer también en mi vida, para que pueda nacer en mi casa, para que ilumine todo con su presencia.
Que en esta Navidad puedan renacer muchas cosas buenas en mí. Renuévalo todo con tu gracia, Espíritu de santidad. Toma toda mi existencia.
Amén."
 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

24 de Diciembre


El Espíritu Santo engendró a Jesús en el seno de María. Dice el Evangelio que ella "concibió un hijo por obra del Espíritu Santo" (Mateo 1,18).

De la misma manera, el Espíritu Santo puede hacer nacer a Jesús en nuestro interior, para que Jesús alegre nuestro corazón.

Pero no basta decir esto, que hoy se repite mucho. Porque la Navidad no es una celebración puramente íntima, no es un encuentro entre mi corazón y Jesús, como si no existiera nada más. El Espíritu Santo quiere hacer renacer a Jesús en toda mi existencia: en mi trabajo, en mis proyectos, en mis relaciones, en mi familia. Y lo más importante es que Jesús nazca entre nosotros, para ayudarnos a crear un mundo mejor, de fraternidad y justicia.

Porque a él no le agradamos sólo por nuestros dulces sentimientos, sino por nuestra docilidad llena de amor que nos lleva a comunicar a los demás lo que hemos recibido. El Espíritu Santo siempre busca crear vida comunitaria, y una vida comunitaria cada vez más generosa y ejemplar. Por eso, a él no le basta con hacer nacer a Jesús en la intimidad de cada uno, sino en la vida compartida de cada familia, de cada grupo, de cada comunidad.
 

martes, 22 de diciembre de 2015

23 de Diciembre

El Espíritu Santo no se deleita cuando nos escondemos de las dificultades, cuando queremos ignorar los problemas, cuando escapamos de los desafíos que la vida permanentemente nos presenta.

Al contrario, el Espíritu Santo es viento que empuja. Él nos invita siempre a enfrentar las dificultades, nunca a escapar.

Porque cada dificultad que yo tenga que enfrentar será siempre una nueva posibilidad para crecer.

En cada problema que resuelvo aprendo algo nuevo, después de cada experiencia dura que atravieso, queda siempre algo más de sabiduría en el corazón. Ninguna dificultad es en vano, ningún sufrimiento es inútil.

Siempre, después de una tormenta de la vida, salimos renovados. Se libera algo nuevo que, sin esa tormenta, no habríamos descubierto.

Hay muchas cosas bellas en nuestro interior que tenemos que ejercitar para que se desarrollen, y cada nuevo desafío de la vida es esa oportunidad para desarrollarlas.

Por eso, el Espíritu Santo siempre nos mueve a enfrentar las cosas, y nunca a retraernos como perros miedosos. Dejémonos llevar.

22 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, inspírame, porque quiero alabarte. Abre mi corazón y elévalo en tu presencia, para que te adore con sinceridad y gozo.
Tú eres Dios, infinito, sin límites, sin confines. Te adoro. Tú eres simple, único, sin mezcla de oscuridad, ni manchas, ni mentiras. Te adoro.
Tú estás en todas partes, penetrándolo todo, llenándolo todo con tu presencia. Te adoro.
Tú eres belleza pura, y bañas con tu luz todo lo que tocas. Te adoro.
Tú eres amor, amor sin egoísmo alguno, amor desinteresado, amor libre. Te adoro.
Ven Espíritu Santo, para que pueda adorarte cada día, para que no me mire permanentemente a mí mismo y sea capaz de reconocer tu claridad hermosísima, tu perfección incomparable, tu esplendor, tu gracia, tu maravilla, tu encanto eterno.
Ven Espíritu Santo.
Amén."

lunes, 21 de diciembre de 2015

21 de Diciembre

Este día en algunos países comienza el verano, y en otros países comienza el invierno. Esos cambios en el clima nos recuerdan las etapas de nuestra vida, y nos ayudan a ver cómo el Espíritu Santo puede actuar en todas las situaciones.

Él actúa en la primavera, haciendo brotar las flores que alegran el paisaje y despiertan esperanza. Junto con esos brotes, suscita el amor de las parejas, nuevos encuentros llenos de ternura y de deseo.

Actúa también en el verano, cuando las plantas desarrollan todo su follaje, cuando las personas disfrutan de la naturaleza, sienten brotar el sudor y experimentan la vida en sus cuerpos.

Pero actúa también en el otoño, cuando todo invita a la reflexión, cuando las hojas que caen nos recuerdan que muchas cosas se terminan, que algunas cosas han cumplido su ciclo, y que hay que dejarlas caer.

Y también actúa en el invierno, cuando el frío a veces molesta, cuando no podemos hacer todo lo que queremos, cuando parece que los árboles están muertos. Sin embargo, se está gestando nueva vida, y muchos frutales necesitan el frío para poder producir frutos más sabrosos. Allí se preparan muchas cosas buenas y hermosas.

Lo mismo hace el Espíritu Santo en nuestras vidas, en las diversas etapas que nos toca vivir. Cuando se haga presente el invierno, podemos tener la certeza que el Espíritu Santo está preparando alguna primavera, y quizás sea necesario podar algunas cosas, para que otras ramas nuevas puedan brotar con más fuerza.

domingo, 20 de diciembre de 2015

20 de Diciembre

"Espíritu Santo, ven.
A veces te imagino delicado como una paloma, tibio como un soplo de pura suavidad, sereno y discreto como una caricia. Y eso es verdad.
Pero no quiero olvidar que eres también el Dios todopoderoso, junto con el Padre y el Hijo, lleno de poder ilimitado, capaz de crearlo todo y de destruirlo todo en un instante, Dios altísimo, omnipotente y glorioso. Por eso invoco tu poder divino y te pido que te hagas presente en mí con toda su potencia.
Ven Espíritu divino, a destruir todo mal en mi ser, a aniquilar todo sentimiento de odio o de venganza, todo egoísmo y toda vanidad absurda.
Ven a reducir a cenizas mi orgullo que me lleva a sentirme diferente, superior, elegido, especial. Ven para que reconozca mi tremenda pequeñez y mi oscura debilidad, de manera que nunca más pretenda confiar en mi grandeza, y más bien me arroje confiado a tu voluntad y a tu fuerza.
Ven, todopoderoso, para que nunca más opte por la mentira, la apariencia o la indiferencia. Ven para que de una vez por todas me decida a luchar y a morir sólo por el bien, la verdad y la belleza.
Ven Espíritu Santo.
Amén."

sábado, 19 de diciembre de 2015

19 de Diciembre

Para cambiar el mundo es necesario que demos el testimonio de una vida ejemplar, que seamos modelos de entrega, de responsabilidad, de generosidad, de honestidad, de alegría. Pero también, algunas veces, es necesario hablar de Jesús. Con respeto, con delicadeza, con humildad, pero también con convicción, amor y entusiasmo, hablar de él. Normalmente no hacen falta muchas palabras. Hay formas sencillas de hablar de él y de reconocer nuestra fe. Por ejemplo, teniendo una imagen suya en la entrada de nuestra casa, o llevando un rosario en el cuello, o bendiciendo la mesa. Son pequeños testimonios que hacen presente a Jesús en el mundo.

El Espíritu Santo no nos hará completamente perfectos en esta vida, pero nos ayudará a sacar lo mejor de nosotros mismos, para que Jesús se refleje en nuestra forma de vivir.

Ese testimonio, si es auténtico, termina contagiando, y cambiando las cosas. No cambiaremos el mundo entero, pero si nos dejamos llevar por el Espíritu Santo, algo cambiará en nuestro pequeño mundo, y eso en definitiva será bueno para todos.
 

jueves, 17 de diciembre de 2015

18 de Diciembre

El Padre Dios y su Hijo Jesús viven en nosotros y nos santifican, pero lo hacen regalándonos el Espíritu Santo. Por eso, podemos decir que el Espíritu Santo es el que toca nuestro interior, el que hace la obra más íntima, el que derrama el amor en nuestras fibras interiores.

Es cierto que el Espíritu Santo siempre nos une a Jesús y al Padre Dios; pero es él quien nos transforma íntimamente para que seamos parecidos a Jesús y nos volvamos cada vez más agradables al Padre.

Los santos padres de la Iglesia utilizaban algunos ejemplos para destacar esa obra tan íntima del Espíritu Santo. Le llamaban, por ejemplo, el dedo de Dios, porque él toma contacto con nuestro corazón y lo sana, lo libera, lo purifica. También decían que es como la punta de un rayo. Porque el Padre Dios es como la fuente oculta de energía que habita en el cielo, el Hijo es el relámpago que lo manifiesta con su luz, y el Espíritu Santo es como la punta de ese rayo que quema la tierra.

También decían que las tres Personas de la Trinidad son como el agua que sacia nuestra sed. Pero el Padre es el manantial deseado de donde brota el agua, el Hijo son los chorros de agua que lo manifiestan y nos alegran, y el Espíritu Santo es el agua que nosotros bebemos y nos refresca.

17 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, porque cuando llueve añoro el sol; cuando hace calor, deseo el aire fresco; cuando estoy solo extraño a los amigos; cuando estoy con ellos desearía la calma de la soledad. Nunca estoy del todo conforme con la vida.
Ven a sanar a esta pobre creatura insatisfecha, que no sabe adaptarse, que no sabe valorar lo bueno de cada cosa, la belleza de cada momento.
Ven a darme un corazón abierto y optimista, capaz de recibir lo que tú le regalas, cuando tú lo regalas y como tú quieras regalarlo.
Hoy mismo, Espíritu Santo, enséñame a valorar el bien de este día así como es, sin exigir otra cosa. Enséñame a entregarme en estas circunstancias que me toca vivir, y muéstrame que también de esto que me está sucediendo puedo aprender algo, puedo sacar algo bueno.
Ven Espíritu Santo.
Amén."

miércoles, 16 de diciembre de 2015

16 de Diciembre

A veces parece fácil hablar de amor a los enemigos, hasta que alguien nos critica, nos quita la fama, se queda con cosas nuestras, nos roba o nos trata agresivamente. Entonces sentimos algo que nos muerde por dentro, y toda la ternura desaparece. Amar a los enemigos no es algo natural, sino algo superior, que sólo es posible si dejamos que el Espíritu Santo nos cambie la vida. Hay testimonios muy bellos de personas que fueron capaces de pasar por alto las ofensas y seguir amando a pesar de todo. El modelo más perfecto es el de Jesús. Pero hoy quisiera recordarte el ejemplo de Martin Luther King, ese gran defensor de los derechos de los negros en Estados Unidos. Cuando algunos amigos suyos querían defenderse utilizando la violencia, él les pedía que reaccionaran con amor y vencieran el mal con el bien. A sus enemigos, que finalmente lo asesinaron, les escribía estas palabras admirables:

"Haz lo que quieras, y seguiremos amándote...Métenos en la cárcel, y aún te amaremos; arroja bombas en nuestras casas, y aún te amaremos; aterroriza a nuestros hijos, y todavía te amaremos. Envía en plena noche a tus bandoleros a nuestras comunidades, para que nos apaleen y nos dejen medio muertos, y todavía te amaremos..."

Ese amor es una obra preciosa del Espíritu Santo, que hace maravillas admirables. Por eso, no todo está perdido.
 

martes, 15 de diciembre de 2015

15 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo.
Eres llama de fuego que se eleva siempre más alto, que asciende vigorosa hasta los cielos.
Ven, no me dejes postrado en la fría miseria, en la mediocre chatura. Ven a elevarme siempre más, para que me entregue en las pequeñeces de cada día con un sentido cada vez más sublime.
Ven Espíritu Santo.
Eres rocío suave y constante, que va penetrando lentamente, pero que poco a poco va llegando a lo más profundo, a lo más secreto, a lo más escondido, a cada rincón de mi ser.
Ven, y transfórmalo todo, baña, limpia y fecunda con tu agua de vida toda mi existencia, sin dejar nada fuera de tu acción santificadora.
Ven, Espíritu Santo.
Eres viento que impulsa, que arrastra con suavidad, pero con firmeza, que lanza hacia el futuro desconocido.
Ven, y no permitas que me frustre, anclado en las cosas de siempre, incapaz de avanzar, temeroso ante todo lo nuevo, encerrado en mi comodidad. Te doy permiso, arráncame de mi mundo pequeño, y llévame donde quieras.
Ven Espíritu Santo, para que aprenda a vivir una vez más.
Amén."

lunes, 14 de diciembre de 2015

14 de Diciembre

Los místicos nos recuerdan que el Espíritu Santo quiere hacernos experimentar a fondo las maravillas del amor de Dios. Él quiere llevarnos a las experiencias espirituales más preciosas y más profundas; pero para eso hay que crecer, dejándose llevar por el Espíritu siempre más alto.

Hoy recordamos al místico San Juan de la Cruz. Fue carmelita, amigo de Santa Teresa, que lo consideraba un santo. Ella lo invitó a cooperar en la reforma de su Orden. Sufrió la desconfianza y el resentimiento de sus propios hermanos ante la reforma que él apoyaba. Acusándolo de loco por sus experiencias y enseñanzas espirituales, lo tuvieron prisionero durante nueve meses en condiciones inhumanas. Sabían que Juan era el principal modelo e inspirador entre los varones de la reforma que se proponía, y pensaban que acallarlo a él era obtener el triunfo. Pero en esa situación, donde no faltaron torturas, Juan tuvo sublimes experiencias espirituales y compuso buena parte del Cántico Espiritual. Finalmente, logró huir por la ventana de la celda y se refugió en un convento de las carmelitas.

En sus últimos años vivió las más profundas experiencias místicas, marcadas por la experiencia de la nada del mundo, de la nada de sí mismo y de la unión profunda con el todo de Dios, que todo lo supera. Este doctor de la Iglesia nos ha dejado en sus escritos los testimonios más preciosos de las alturas de la vida mística.

En su Cántico Espiritual enseñaba que Dios es siempre un misterio, y que también es un misterio nuestra relación con él, ese inabarcable y único camino que Dios hace con cada uno de nosotros, los inexplicables trayectos que él realiza en nuestra historia personal. Hay detrás de cada experiencia de este mundo una inmensidad admirable que uno no acaba de descubrir, y "se llama un no sé qué, porque no se sabe decir" (Cántico, 7,1). Por eso, uno de los grandes pasos en nuestro camino espiritual es el que se produce cuando tomamos verdadera conciencia de lo que no sabemos de Dios y de sus designios; eso que nadie puede decirnos. Ignorancia que nos hace sabios porque nos vuelve más receptivos y disponibles.

Juan pidió vivir solo y retirado los últimos años de su vida, y murió en Úbeda, con el crucifijo en la mano, repitiendo como Jesús: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu". Su testimonio nos estimula a no conformarnos con poca cosa en el camino de nuestra amistad con Dios, y nos mueve a desear las cumbres de la vida mística. Nos invita a aceptar que el Espíritu Santo nos lleve a lo más alto.

sábado, 12 de diciembre de 2015

13 de Diciembre

Sabemos que el Espíritu Santo derrama sus carismas por todas partes. San Pablo nos habla de algunos carismas en 1 Corintios 12,8-11. Pero esos no son los únicos carismas. Hay miles de carismas diferentes. Sin duda, en tu vida también hay varios de esos carismas.

Un carisma es una capacidad que el Espíritu Santo bendice y utiliza para que hagas el bien a los demás.

No existe sólo el carisma de hacer milagros; también está el carisma de hacer una buena comida para que los demás disfruten. Eso es un regalo del Espíritu Santo.

No existe sólo el carisma de gobernar; también existe el carisma de la simpatía, o la capacidad de decir palabras que alivian a los demás.

No existe sólo el carisma de enseñar; también existe el carisma de cantar, de dibujar, de arreglar una casa, de saber invertir el dinero.

Todos tenemos capacidades que el Espíritu Santo quiere utilizar para que nos ayudemos unos a otros a vivir mejor. Descubrámoslos, valorémoslos y aprovechémoslos. Porque es bello sentirse útil, sobre todo cuando uno acepta ser un instrumento del Espíritu Santo.

12 de Diciembre

El Espíritu Santo es una eterna novedad.

Cuando no le encontramos variedad y novedades a la vida, el problema no es la vida, sino nuestra incapacidad de descubrir las cosas.

La vida es inagotable, el mundo está lleno de una riqueza inabarcable, existen millones de cosas que podrían captar nuestro interés. El problema es que a veces estamos clausurados en unas pocas cosas, y cuando nos aburrimos de ellas, somos incapaces de ampliar nuestra mente para valorar otras cosas.

De hecho, a veces los cristianos nos aburrimos de Jesús o del Evangelio, porque creemos que ya conocemos todo, que nada nos puede sorprender.

Pero a Jesús jamás podremos terminar de conocerlo, nunca podremos decir que él ya no tiene nada para ofrecernos. Y nadie puede ser tan vanidoso como para pensar que el Evangelio ya no puede enseñarle nada. Porque la Palabra de Dios es viva, y siempre puede producir nuevos frutos.

Por eso, si nos hemos vuelto incapaces de reconocer las infinitas novedades de la vida, mejor acerquémonos humildemente al Espíritu Santo, y pidámosle que cure nuestra ceguera, que nos devuelva la capacidad de sorprendernos.

jueves, 10 de diciembre de 2015

11 de Diciembre

"Espíritu Santo, que trabajas secretamente en nuestros corazones y nos impulsas con delicadeza al amor, ayúdame a descubrir las cosas bellas que haces en los demás. Ayúdame a estar más atento a las cosas positivas que realizas en los hermanos, para que no me detenga tanto a lamentar los defectos ajenos, para que no crea que todo es demasiado negro. Abre mis ojos e ilumíname con tu presencia, para mirar a los demás con bondad y alabarte por todo lo que haces en ellos.
Te adoro, Espíritu, porque siempre descubro algo de ti en la hermosura de tu obra, en lo que realizas en el mundo, en los sacramentos, en las virtudes, en los dones, en los carismas y en las inspiraciones que vienen de ti.
Te adoro por los momentos de amor sincero que me hiciste vivir, tocándome por dentro.
Alabado seas, Espíritu sublime. Te adoro con todo el corazón.
Amén."
 

10 de Diciembre

Respiro profundamente, como si el aire fuera un soplo del Espíritu que viene a regalarme nueva vida.

Expulso el aire viciado, lo saco todo afuera hasta que no quede nada, para que con ese aire se alejen de mí todas las impurezas interiores, la tristeza, el cansancio, las tensiones, los malos recuerdos. Me vacío.

Luego aspiro de nuevo con profundidad, recibiendo la vida nueva del Espíritu y la frescura que me alivia.

Poco a poco voy haciendo silencio en mi interior, dejando que se apaguen todos los nerviosismos, que se acallen los pensamientos. Permito que cada parte de mi cuerpo se relaje y se desplome serenamente.

Así, habitado por un profundo silencio, dejo que el Espíritu Santo me diga palabras nuevas, eso que necesito escuchar en este momento de mi vida.

martes, 8 de diciembre de 2015

09 de Dicembre

“Ven Espíritu Santo, quiero creer que hay mucho más que lo que ven mis ojos, mucho más que lo que escucho por la calle, mucho más que lo que me sugieren mis sentimientos tan variables.
Quiero creer en ese mundo celestial que habita en medio de nosotros. Quiero creer que más allá del dolor está tu consuelo, que más allá de mis fracasos hay una permanente esperanza, que más allá de las caídas estás tú llamándome, invitándome, esperándome.
Ven Espíritu Santo, para que pueda ver eso que es invisible a los ojos, para que más allá de la apariencia de los demás, pueda reconocer que son imágenes de la Trinidad, que son sagrados, que son infinitamente amados por ti.
Ven Espíritu Santo, para que en cada dificultad sepa ver una nueva oportunidad, para que pueda reconocer el misterio de tus proyectos divinos, que superan todos nuestros proyectos humanos.
Ven Espíritu Santo, derrama tu luz sobrenatural para que pueda vivir en otro nivel, cada vez más alto y más profundo.
Amén."
 

lunes, 7 de diciembre de 2015

08 de Diciembre

Es el mismo Espíritu Santo el que nos lleva a venerar a María. De hecho, cuenta el Evangelio que Isabel, llena del Espíritu Santo, se sintió indigna de estar ante María, y le dijo: "Bendita tú eres entre todas las mujeres... ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?" (Lucas 1,41-43).

Muchas veces se le llama Esposa del Espíritu Santo, porque él se derramó en María desde el primer instante de su existencia, la fecundó misteriosamente para que engendrara a Jesús. Además, ella quiso estar con los Apóstoles para ayudarlos a esperar Pentecostés, y toda su existencia fue una delicada y madura docilidad a los impulsos del Espíritu de amor.

Digámosle con amor en nuestro corazón:

"María, acompáñame. Ayúdame Madre, para que pueda abrir mi corazón al Espíritu Santo; enséñame a invocarlo, a desearlo, a esperarlo, para que también en mi vida, en mi familia y en mi barrio haya un nuevo Pentecostés."


domingo, 6 de diciembre de 2015

07 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, amigo, porque contigo puedo compartir mis cosas más íntimas, todas mis inquietudes más secretas.
Ven, amigo del alma, porque contigo puedo hablar sobre esas cosas que no me atrevo a decirle a nadie más.
Ven, amigo discreto, porque sé que no divulgarás ningún secreto mío, y todo lo que te diga quedará entre nosotros.
Ven, amigo fiel, porque no hay momentos vacíos, donde no esté tu presencia, porque estás siempre.
Ven amigo generoso, porque siempre tienes algo para ofrecerme.
Ven amigo compasivo, porque eres el que mejor comprende mis debilidades.
Ven, amigo sincero, porque no dejas de decirme lo que más necesito escuchar, aunque a veces me moleste.
Ven, Espíritu Santo.
Amén."


sábado, 5 de diciembre de 2015

06 de Diciembre

Es cierto que dentro de nosotros mismos hay cosas oscuras, viven rencores, tristezas, desilusiones, cansancios, egoísmos, vanidades, inclinaciones negativas que quieren arrastrarnos. Hay una atracción de la concupiscencia que nunca nos abandona del todo en esta vida.


Sin embargo, esa no es la única verdad. Porque dentro de nosotros también está el Espíritu Santo con sus impulsos, y él es más fuerte que las demás inclinaciones inconscientes que nos atraen. Si no fuera así, seriamos monstruos, sería imposible la vida en sociedad, y la humanidad habría desaparecido hace mucho.

Por eso, si queremos ser agradecidos con el Espíritu Santo, tenemos que detenernos a reconocer, valorar y agradecer las inclinaciones buenas que llevamos dentro.

Así, será posible que le permitamos a esa parte buena que llevamos dentro, que cure a la parte negativa.

Que esos brotes de alegría que tenemos en el corazón, se hagan fuertes, y acaricien la tristeza que nos amenaza, y la debiliten, y la sanen.

Con el Espíritu Santo podemos lograr que esa parte enojada que exige amor, se deje amar por esa otra parte que dentro de nosotros es capaz de dar amor.

Porque el Espíritu Santo también quiere amarnos y sanarnos a través de nosotros mismos; es decir, a través de esas cosas buenas que él mismo suscita en nuestra intimidad y que nosotros podemos aceptar y desarrollar.


viernes, 4 de diciembre de 2015

05 de Diciembre

El Espíritu Santo nos enseña a tener cariño por cada creatura de Dios, y sana las crueldades y la indiferencia de nuestro corazón.

Cuando nosotros sabemos tomar contacto con la naturaleza, eso nos contagia de la alegría de las criaturas. Pero cuando nos encerramos en miles de pensamientos de nuestra mente, y dejamos de contemplar el universo inmenso y variado, el interior se nos llena de angustias y perturbaciones.

No es bueno aislarse del mundo. Es muy sano detenerse a mirar los detalles preciosos de los animales, a escuchar el ruido del agua que corre, a percibir los colores y movimientos del cielo, a oler las flores, a sentir el contacto de los pies con la tierra, o a abrazar el tronco de un árbol. Si lo hacemos un instante, sin pensar en nada, sin dejar que la mente nos abrume con pensamientos inútiles, podremos compartir la alegría que Dios ha puesto en el universo.

Así le sucedía a San Francisco de Asís, que era feliz compartiendo la vida con el viento, la luna, el fuego, las aves del cielo. Pidamos al Espíritu Santo que nos regale un poco de esa felicidad llena de ternura.

04 de Diciembre

El Espíritu Santo derrama alegría. Varias veces la Biblia habla del "gozo del Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses 1,6; Romanos 14,17) y nos invita muchas veces a vivir alegres. Es voluntad del Señor que no vivamos tristes:
"No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con tus pensamientos. La alegría del corazón es vida para el hombre, y le alarga los días. Distrae tu alma y consuela tu corazón. Aparta de ti la tristeza, porque la tristeza ha perdido a muchos, y de ella no se saca ningún provecho" (Sirácides 30,21-23).
San Pablo insistía: "¡Alégrense en el Señor!" (Filipenses 4,4). Alegrarse en el Señor es vivir la fe con gozo, reconociendo al Señor resucitado en cada momento. Nuestra existencia cristiana debería ser una fiesta permanente, en medio de nuestros problemas, porque en Cristo hallamos el verdadero sentido de la vida, el camino que nos lleva a buen fin, la verdad que nos ilumina por encima de todas las mentiras de la tierra, la vida más intensa.
Es la alegría que llenaba el corazón de Andrés cuando encontró a Jesús y salió a gritar: "¡Hemos encontrado al Mesías!" (Juan 1,41). Es la alegría de los discípulos de Emaús, que sintieron arder su corazón junto a Jesús y corrieron a comunicarlo a los demás (Lucas 24,34). Es la alegría de quién encuentra un tesoro y descubre que vale la pena cambiarlo por todo lo demás (Mateo 13,44).
Pidamos al Espíritu Santo que sane toda tristeza y nos haga conocer esa dulce alegría.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

03 de Diciembre

El Espíritu Santo nos llama, a cada uno de nosotros, a llevar el Evangelio a los demás. Pero nuestra debilidad siempre nos lleva a poner excusas y a seguir en la comodidad. Por eso es bueno que hoy recordemos a San Francisco Javier, para descubrir hasta qué punto el Espíritu Santo nos puede sacar de la comodidad.

Francisco Javier fue uno de los siete primeros integrantes de la comunidad de San Ignacio de Loyola que luego se llamaría Compañía de Jesús.

Viajó a Venecia con la intención de embarcarse para llegar a Tierra Santa. Allí se dedicó a atender enfermos en el hospital de incurables, donde transmitía el amor y el consuelo de Dios con una deslumbrante piedad. No pudo viajar a Jerusalén debido a la guerra de Venecia con los turcos. Pero realizó su incontenible deseo de evangelizar ofreciéndose al Papa para evangelizar en Asia. El Papa lo nombró legado suyo para todo el extremo Oriente. Se embarcó, y en el viaje no perdió tiempo. Convirtió a toda la tripulación.

Llegado a la india, comenzó una travesía marcada por permanentes gestos de heroísmo, de arrojo sin medidas y de sacrificada valentía. Cruzó ríos caudalosos, desiertos y ciénagas, miles de kilómetros descalzo y agobiado por el hambre y la sed. Predicaba sin pausa, convencía a los indígenas y los bautizaba. Dejó comunidades cristianas, que todavía hoy existen, en Ceylán, Malaca y las islas Molucas. Llegó al Japón y allí introdujo la fe. Cuando salió de Japón había dos mil cristianos, que posteriormente fueron perseguidos, y varios murieron mártires.

Francisco Javier agonizó rezando por los indígenas y rogando a sus compañeros que no abandonaran las misiones. Se calcula que a lo largo de su tarea misionera convirtió a unas treinta mil personas.

Dejémonos movilizar por su ejemplo, y pidamos al Espíritu Santo que sane nuestras comodidades y cobardías y nos mueva a llevar el Evangelio con fervor incansable.

martes, 1 de diciembre de 2015

02 de Diciembre

"Ven Espíritu Santo, para que pueda reconocer que mi vida vale la pena, que yo no existo por casualidad o por fatalidad.

Ven y hazte presente en el preciso instante en que yo fui concebido. Sopla con tu poder y llena de vida ese instante. Tócame y derrama toda tu potencia en el seno de mi madre. Penetra con tu bendición en el momento en que comencé a existir, lléname de vida, y enséñame a amar mi vida como tú la amas.
Ven Espíritu Santo, y ayúdame a descubrir que yo no existo porque sí; existo porque fui querido, fui amado y llamado a la vida por tu amor. En el momento de mi concepción estabas tú, presente con todo tu poder. Gracias.
Ven Espíritu Santo, y bendice mi vida con tu mirada, ayúdame a sentir la fortaleza de tu presencia.
Amén."
 

01 de Diciembre

"Espíritu Santo, tú eres vida, tú eres necesario para mí como el aire que respiro. Te doy gracias por el don de la vida, porque es maravilloso existir. Permíteme respirar contigo, Señor.
Te adoro Espíritu Santo, porque así como el aire me rodea y penetra en mí, así también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia, lleno de vida en plenitud y de pura alegría, me penetras con tu gracia y me transformas con tu presencia.
¡Gloria a ti, Señor, Espíritu de vida!
Junto con el aire que sale de mis pulmones, llévate todo lo que no me hace feliz, arroja fuera de mí toda impureza, expulsa todas mis angustias y tristezas, todos mis rencores y malos recuerdos, todo egoísmo y mala intención. Llévate todo Dios mío, y déjame sólo tu gracia, tu vida. Quédate tú invadiendo todo mi ser y reinando en mí con tu gozo en medio de mis tareas.
Amén."
 

domingo, 29 de noviembre de 2015

30 de Noviembre

El Espíritu Santo es vida y derrama vida. A veces creemos que él sólo nos lleva a entrar en nuestro interior y a apartarnos del mundo. Pero es al revés, porque el Espíritu Santo llena todo el universo, y él espera que sepamos unirnos a todas las creaturas y a disfrutar del mundo.


En el universo hay mucha alegría, porque la alegría existe cuando uno es lo que debe ser, lo que Dios quiere que sea. Las estrellas, que ocupan su lugar en el cielo y brillan bellamente, cumplen la voluntad divina, y por eso en ellas hay alegría; una planta que crece cumple la voluntad de Dios, y en ella hay alegría; un pájaro que fabrica su nido sigue su instinto, y en él hay mucha alegría.
Todo el universo es como una canción de gozo. Pidamos al Espíritu Santo, que está en todas las cosas, que nos ayude a descubrirlo así, y encontremos nuestra propia alegría.


sábado, 28 de noviembre de 2015

29 de Noviembre

Por un momento pidamos al Espíritu Santo que nos impulse a la alabanza, y oremos con estos preciosos Salmos:


Mi corazón está a punto, Dios mío. Voy a cantar y a tocar... Te alabaré entre los pueblos Señor, te cantaré entre la gente, porque tu amor es grande hasta los cielos” (Salmo 108,2.4-5).

Te ensalzaré Dios mío, mi rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre por siempre. Grande es el Señor y muy digno de alabanza, su grandeza no tiene medida" (Salmo 145,1-3).

Cantaré al Señor toda mi vida. Mientras yo exista celebraré a mi Dios. Que mi canto le sea agradable. ¡Y yo me alegraré en el Señor!” (Salmo 104,33-34).

Bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios” (Salmo 103,2).
 

viernes, 27 de noviembre de 2015

28 de Noviembre

El Espíritu Santo no se lleva bien con el pesimismo. Porque a él sólo le interesa lo que pueda ayudarnos a salir adelante, no lo que nos clausure, nos detenga, nos paralice. Las personas movidas por el Espíritu Santo no se dejan vencer ni amedrentar por los fracasos. Tampoco bajan los brazos cuando escuchan opiniones melancólicas, negativas y pesimistas. Siguen adelante buscando nuevos caminos. Pero no son tercos que, cuando fracasan, quieren a toda costa seguir intentando de la misma manera, sin cambiar nada. Las personas verdaderamente tocadas por la luz del Espíritu Santo, cuando tienen un obstáculo, se ponen a buscar nuevas maneras de superarlo, consultan, investigan, aceptan los cambios que haya que hacer, intentan aprender lo que no saben.


De esa manera se desarrollaron algunos genios. Por ejemplo, a Einstein lo consideraban un loco soñador, que inventaba ideas fantasiosas; pero finalmente, con astucia y creatividad, logró hacer ver que su teoría era seria. A Edison, su maestro lo consideraba corto de mente. La primera vez que Elvis Presley se presentó a probar su voz, los especialistas en canto le dijeron que se dedicara a ser camionero. La excelente actriz argentina, Norma Aleandro, fue despreciada por la que ella admiraba como gran artista. Sin embargo, ellos sabían que tenían algo para ofrecer, y aceptaron cambiar muchas cosas y modificar sus proyectos, para ir creciendo poco a poco, para aprender a llegar a los demás, y de esa manera le regalaron al mundo algo que vale la pena. Dejemos que el Espíritu Santo nos enseñe a salir adelante, sin desgastarnos inútilmente en el pesimismo y en los lamentos.
 

jueves, 26 de noviembre de 2015

27 de Noviembre

“Ven Espíritu Santo, y enséñame a seguir tus impulsos de amor.
Enséñame a intentar cada día reaccionar mejor.
Tú conoces mi debilidad, y sabes cuánto me cuesta cambiar mi forma de vivir.
Sabes cómo me arrastra muchas veces el egoísmo, el orgullo, la comodidad o la tristeza.
Pero enséñame a intentar otra manera de encarar la vida.
Porque sé que bastan esos pequeños intentos para ir cambiando poco a poco mi existencia.
Ven Espíritu Santo, toca mi inteligencia, mi imaginación, mis capacidades, mis gestos, mi sensibilidad.
Tócalo todo con tu gracia, para que me decida a cooperar contigo y así aprenda a vivir mejor.
No quiero conformarme con pedirte una nueva vida. Sé que tengo que entregar algo de mí para alcanzarlo.
Ayúdame Señor. Ven Espíritu Santo.
Amén.”
 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

26 de Noviembre

El Espíritu Santo es un buen consejero. Por eso podemos decirle con el Salmo: “Bendigo al Señor que me aconseja; aun de noche me instruye en mi intimidad” (Salmo 16,7). El Evangelio elogia al justo Simeón porque él “se guiaba por el Espíritu Santo” (Lucas 2,25).


Si estamos atentos, el Espíritu Santo nos hace escuchar su consejo en lo profundo del corazón, y nos orienta por el camino correcto:

Recibe el consejo de tu corazón, pues ¿quién te será más fiel que él?... Y después de todo, suplica al señor que dirija tus pasos en la verdad” (Sirácides 37,13.15).

Cada vez que tenemos que tomar alguna decisión, y estamos confundidos, lo mejor es detenerse a pedirle al Espíritu Santo que nos aclare las ideas, que nos ayude a ver mejor, que nos muestre de alguna manera qué es lo que en realidad nos conviene.

Es cierto que debemos informarnos, consultar, reflexionar; pero lo primero debería ser invocarlo a él, creyendo de verdad que es el mejor consejero.

Cuando lo invocamos de verdad, podemos estar atentos a las respuestas que surgen en lo íntimo del corazón, y allí encontraremos luz.
 

martes, 24 de noviembre de 2015

25 de Noviembre

"Ven Espíritu Santo, Espíritu de esperanza.

Cuando me parezca que todo está perdido.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando crea que todos son egoístas e interesados.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando sienta que no vale la pena empezar algo nuevo.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando piense que ya no podré cambiar.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando crea que ya nada bello se puede esperar de la vida.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando me parezca que la civilización del amor no es más que una utopía.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando sienta que yo ya no puedo hacer nada por la paz y la justicia.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando me canse de luchar.
Ven Espíritu de esperanza."
 

lunes, 23 de noviembre de 2015

24 de Noviembre

El Espíritu Santo no consiente la mediocridad; siempre quiere llevarnos a algo más.

El martirio es una muestra de lo que puede llegar a provocar el Espíritu Santo. Por eso la Iglesia nos propone recordar a los mártires de distintas regiones de la tierra, para reconocer la acción del Espíritu Santo y para estimular nuestra entrega. Hoy recordamos a los 117 mártires de Vietnam.

Estos mártires son personas de diversas condiciones y estados de vida: obispos, sacerdotes, catequistas, padres de familia, profesionales, pescadores. Así vemos que, en cualquier situación que vivamos, es posible entregarlo todo. Cada uno de nosotros, en la tarea que le toque realizar, puede dejarse tomar por el Espíritu Santo, y dar la vida en esa tarea generosa.

Uno de estos mártires, llamado Pablo, decía con firmeza, en medio de los tormentos espantosos que le hacían sufrir: “Estoy lleno de gozo y de alegría. No estoy solo, Cristo está conmigo".

A pesar de las crueles persecuciones, que buscaban amedrentar a los pobladores para que no se hicieran cristianos, hoy la Iglesia en Vietnam ya tiene unos seis millones de fieles cristianos. Por eso, ninguna circunstancia adversa debería hacernos pensar que no vale la pena entregarse, que nada puede ser mejor, que nuestra entrega es inútil. Ninguna lucha, llevada con amor, será infecunda, más allá de lo que nosotros lleguemos a ver con nuestros ojos. Por eso, cuando nos parece que sufrimos inútilmente, invoquemos al Espíritu Santo, y dejemos que él bendiga ese dolor. De esa manera, nuestro sufrimiento dará frutos preciosos.

Los mártires nos impulsan a entregar la vida, cada día. Es posible, si nos dejamos impulsar y fortalecer por el Espíritu Santo.

domingo, 22 de noviembre de 2015

23 de Noviembre

“Ven Espíritu Santo, a despertar mi vida interior. Ven a elevar mi corazón en gratitud. 
Todo el universo es una alabanza gozosa para el Padre Dios. Lo adoran los pájaros cantando, lo adoran los arroyos corriendo entre los cerros, lo adoran el sol y la luna iluminando. 
Ayúdame Espíritu Santo, a compartir esa alegría de todo el universo. Enséñame a vivir con la sencillez y el gozo que tienen tus criaturas más simples. Quiero alegrarme con el color de las piedras, con la forma de las nubes, con la sencillez de la hierba y de las flores.
Espíritu Santo, lleno de vida purísima, vitalidad siempre nueva. Tú has querido derramar vida en el universo, y por eso existe la multitud variada de todas las criaturas.
También yo soy una llama de vida que tú has querido encender con tu poder sin límites. Te doy gracias, Señor, por el milagro de mi vida, porque me sacaste de la nada. Porque yo podría no existir, y sin embargo aquí estoy, sostenido por tu infinito poder.
Concédeme Señor, que pueda valorar y gozar esta vida que me das, que aprenda a disfrutarla con alegría y gratitud. Espíritu Santo, que hoy pueda alegrarme contemplando cada cosa, reconociendo la hermosura que has puesto en todos los seres.
Lléname de la alegría cósmica que invade todas las cosas, tú que eres el sublime Espíritu que todo lo llena.
Amén.”

sábado, 21 de noviembre de 2015

22 de Noviembre

El Espíritu Santo es el artista interior, el que puede hacernos bellos por dentro.

Esto es muy importante sobre todo hoy, que tenemos una idea tan equivocada de la belleza. Sentimos que las personas valen por la apariencia física. Y la sociedad de consumo nos inunda permanentemente con productos que podemos comprar para mejorar la apariencia exterior. De esa manera, los que quieren vendernos ropa, cosméticos y tratamientos, llegan a convencernos que las personas sólo valen por su atractivo corporal.

Pero nadie está del todo contento con su apariencia, y la mayoría de las personas tiene algún temor a volverse feo, viejo, a perder el atractivo físico, a ser despreciado por su aspecto. ¡Cuántos sufrimientos inútiles!

Pero sabemos que todo eso es mentira. Porque lo más atractivo y fascinante es la belleza interior de las personas, sus virtudes, sus actitudes, su dignidad, su entrega.

El Espíritu Santo no nos hará más altos o más rubios, porque en realidad para él todos somos bellos de una manera diferente, aunque eso no responda a los gustos de la sociedad. Lo que él quiere hacer es darnos esa belleza interior que el mundo no nos puede dar y que nadie nos podrá vender. Dejemos que él haga su obra en nosotros para que alcancemos esa suprema hermosura.

viernes, 20 de noviembre de 2015

21 de Noviembre

“Ven Espíritu de fraternidad,

porque el Padre Dios quiere a sus hijos unidos como hermanos.
Ven Espíritu de unidad,
porque detestas la división y la enemistad.
Ven Espíritu de hermandad,
porque fácilmente nos dejamos llevar por los rencores, 
las envidias, el egoísmo.
Ven Espíritu de caridad,
porque tu amor nos motiva a construir puentes, a tender lazos, 
a estrechar las manos.
Ven Espíritu de amor sincero,
para que no se mueran mis sueños de un mundo de hermanos, 
de una civilización del amor, de una tierra unida.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”


jueves, 19 de noviembre de 2015

20 de Noviembre

Es cierto que el Espíritu Santo quiere hacer grandes cosas en nuestras vidas. Pero lo que cuenta no es la notoriedad, la fama o los éxitos llamativos. Cosas grandes significa que hagamos lo que Dios espera de nuestras vidas, aunque nadie descubra el valor que tienen esas cosas. Lo importante es que cada uno sea lo que debe ser, que ocupe el lugar que debe ocupar en el universo. Eso es grande. Veamos cómo lo decía Martin Luther King:

“Si no puedes ser un pino sobre un monte, sé una hierba, pero sé la mejor hierba pequeña a la orilla del arroyo.
Si no puedes ser un árbol, sé un arbusto. Si no puedes ser una autopista, sé un sendero.
Si no puedes ser el sol, sé una estrella.
Sé siempre lo mejor de eso que eres. Trata de descubrir el proyecto que estás llamado a realizar y dedícate con pasión a cumplirlo en la vida.”

 
El Espíritu Santo puede ayudarnos a descubrir eso que debemos ser, y puede darnos la fuerza y la creatividad para que lo logremos de la mejor manera posible.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

19 de Noviembre

“Ven Espíritu Santo, sácame del encierro donde me he clausurado, y abre mi vida a los demás.
Derriba las paredes de mi pequeño yo. 
Regálame, Espíritu Santo, el don de la disponibilidad.
Hazme disponible para servir.
Hazme disponible para escuchar.
Hazme disponible para compartir.
Hazme disponible para ayudar.
Hazme disponible para acompañar.
Hazme disponible para consolar.
Hazme disponible para alentar.
Hazme disponible para celebrar.
Ven Espíritu Santo, abre mi corazón cerrado, para que no esté siempre pensando sólo en mis necesidades y proyectos, para que aprenda a caminar con los demás, como un verdadero hermano de todos.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”

martes, 17 de noviembre de 2015

18 de Noviembre

Cuenta el Evangelio que Jesús “se dejó llevar por el Espíritu al desierto” (Lucas 4,1). En el desierto Dios habla al corazón. Porque en el desierto no hay nada interesante, nada que pueda distraernos y atontarnos. Sólo arena movida por el viento. Por eso, llega un momento en que nos sentimos solos, desnudos frente a Dios, y entonces le abrimos de verdad el corazón. El Espíritu Santo quiere llevarnos al desierto.

Si leemos el libro del profeta Oseas, allí vemos a un enamorado que intenta por todos los medios seducir a la amada, pero todo es inútil. Finalmente encuentra una manera: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón" (Oseas 2,16).

Evidentemente, eso no significa que tengamos que hacer un viaje para buscar a Dios en un desierto. Se trata de hacer desierto en nuestro interior. Hay que despojarse de todo, darse cuenta de que no vale la pena aferrarse a nada, que todos los falsos remedios y secretos de felicidad no sirven. Sólo nos distraen. Son fantasías y excusas. Tenemos que entrar en oración, dejar todo a un lado, dejar que todo se caiga. Hacer desierto es entonces encontrarnos cara a cara con el Padre Dios, para conversar con él desnudos, sin ocultar nada, sin aferrarnos a nada. Sólo así podremos descubrir y aceptar que él es el único que vale la pena, que sólo él puede ocupar el centro de nuestra existencia.

Podemos vivir este desierto en medio de la ciudad, dentro de las preocupaciones de un día de trabajo, en cualquier circunstancia. Porque en cualquier cosa que hagamos podemos vaciarnos, desarmarnos, liberarnos de falsas seguridades y quedar pobres, con humildad rendidos y espiritualmente postrados ante Dios.

El Espíritu Santo quiere hacernos vivir ese desierto ahora mismo. Aceptemos esta divina invitación que puede cambiar nuestras vidas.

lunes, 16 de noviembre de 2015

17 de Noviembre

“Ven Espíritu Santo, para que me apasionen los verdaderos valores de la vida y no me deje engañar por los falsos atractivos.
Ven, para que reconozca que un acto de amor vale oro, y que un acto de puro egoísmo no es más que paja y basura.
Ven, para que vea la luz cada vez que recuerde a Jesús, y reconozca las oscuridades de los falsos modelos, que sólo promueven el placer vacío y egoísta.
Ven, para que recuerde que vale la pena entregarse generosamente, y que no vale la pena encerrarse en la melancolía y la vanidad.
Ven, para que no olvide que mi vida no termina en esta tierra, y que estoy llamado a un Reino celestial, donde la felicidad no tendrá fin.
Ven Espíritu Santo, para que gaste mis energías en cosas buenas, y no las desgaste en los falsos valores.
Amén.”

domingo, 15 de noviembre de 2015

16 de Noviembre

Hoy muchas personas buscan la felicidad en la relajación o en la meditación, pero sin amar de verdad a los hermanos. Entonces a veces se sienten bien, pero se están engañando, porque están atrofiando el llamado al encuentro que hay en lo profundo de su ser.

Las relaciones humanas abiertas y generosas son indispensables para una vida sana. Pero la incapacidad de convivir nos alucina en un mundo de fantasía que nosotros mismos creamos, un mundo donde no hay lugar para los que son diferentes y donde sólo existe nuestro propio yo.

Haciendo algunas prácticas y tomando algunas medicinas y productos, nos sentimos un poco aliviados, pero eso sólo llega a la superficie del alma, no llega a la profundidad de la persona, que sigue enferma por dentro.

De ese encierro sólo nos puede liberar el Espíritu Santo, que siempre busca sacarnos fuera de nosotros mismos, que no tolera que nos engañemos en un mundo interior falso y enfermo. Pidámosle con fe y confianza que nos libere de todo egoísmo con la fuerza de su amor. Roguémosle que derrame en nuestras vidas la fuerza sanadora del amor. Porque cuando logramos amar a los demás, eso indica que lo profundo del corazón comienza a sanarse y a liberarse verdaderamente.

sábado, 14 de noviembre de 2015

15 de Noviembre

El Papa Juan XXIII inició una maravillosa reforma de la Iglesia. Aunque lo eligieron cuando ya tenía una edad avanzada, gracias a él la Iglesia comenzó una gran renovación.
Pero él decía que el autor de esa obra era el Espíritu Santo, que quería transformar su Iglesia. Las primeras noches después de ser elegido, no podía dormir pensando en su tremenda responsabilidad. Entonces se preguntó: “¿Quién guía la Iglesia, yo o el Espíritu Santo?”. Y se respondió: “El Espíritu Santo, por supuesto”. Entonces pudo dormir tranquilo.

Utilicemos sus palabras para invocar al Espíritu Santo, y hagámoslo con la misma confianza que él tenía:

“Espíritu Santo, ven a perfeccionar
la obra que Jesús comenzó en mí.
Que llegue pronto el tiempo
de una vida llena de tu Espíritu.
Derrota toda presunción natural
que encuentres en mí.
Quiero ser sencillo, lleno del amor de Dios,
y constantemente generoso.
Que ninguna fuerza humana
me impida hacer honor
a mi vocación cristiana.
Que ningún interés, por descuido mío,
vaya contra la justicia.
Que ningún egoísmo disminuya en mí
los espacios infinitos de tu amor.
Que todo sea grande en mí.
También el culto a la verdad
y la prontitud en mi deber hasta la muerte.
Que la efusión del Espíritu de amor
venga sobre mí, sobre la Iglesia,
y sobre el mundo entero.
Amén.”

viernes, 13 de noviembre de 2015

14 de Noviembre

Cuando nos descuidamos, comenzamos a fabricar alguna máscara para evitar los cambios más profundos, o porque no nos atrevemos a ser nosotros mismos.

¿Cuáles son las posibles máscaras que tenemos que entregar al Espíritu Santo para que él las destruya?

Puede ser la máscara de la fuerza, que nosotros creamos para esconder nuestra fragilidad, en lugar de tratar de fortalecernos por dentro con el poder del Espíritu. Esta máscara nos lleva a mostrarnos agresivos, rebeldes, autoritarios, ambiciosos; pero en realidad, de esa manera sólo estamos ocultando nuestros miedos e inseguridades, que siguen haciéndonos daño por dentro.

Otra máscara puede ser la de la bondad, porque nos gusta que digan que somos buenos y humildes, no toleramos que piensen que somos egoístas u orgullosos. Entonces, para aparentar bondad, nunca decimos que no, siempre hacemos lo que los demás nos piden, nunca discutimos. Pero en el fondo del corazón sufrimos una gran violencia, porque todo eso no es auténtico. En cambio, el Espíritu Santo nos fortalece para que nos atrevamos a ser respetuosos y amables, pero auténticos y sinceros, sin pretender dar más de lo que podemos ni esconder nuestras verdaderas convicciones.
Otra máscara muy común es la de la serenidad, como si fuéramos personas imperturbables, que no nos molestamos ni nos enojamos con nada. Pero la procesión va por dentro, y esa ira reprimida termina quemándonos por dentro y enfermándonos. El Espíritu Santo nos enseña a expresar lo que sentimos, sin agredir a los demás ni quejarnos permanentemente, pero sin la vergüenza de manifestar lo que llevamos dentro.

jueves, 12 de noviembre de 2015

13 de Noviembre

No hay nada mejor para nosotros que confiar en el Espíritu Santo; pero de verdad, no de la boca para afuera.

La verdadera confianza es una fuente de libertad, de fuerza y de entusiasmo. No es algo que nos deja quietos, pasivos. Todo lo contrario. Confiar en alguien que nos ama, nos da una gran seguridad para enfrentar las cosas con calma y con eficacia.

Cuando más nos confiamos en el Espíritu Santo, más nos sentimos seguros, protegidos. Es bueno disfrutar de ese sentimiento de protección, y así caminar por el mundo, y enfrentar la vida.

Porque la protección del Espíritu Santo es también una orientación, una guía que nos conduce por el camino, un brazo que nos apoya y suavemente nos empuja para que avancemos.
Nosotros buscamos, nos ocupamos, tratamos de discernir, pero no estamos solos, somos guiados por un consejero seguro. Gracias Espíritu Santo.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

12 de Noviembre

“Ven Espíritu Santo, lleno de la hermosura de tus dones, glorioso y luminoso, con toda la riqueza que derramas por donde pasas.
Ven Espíritu de sabiduría, y dame el gusto por las cosas santas y nobles.
Ven Espíritu de entendimiento, para que pueda comprender los misterios de tu Palabra.
Ven Espíritu de consejo, para que pueda orientar a mis hermanos.
Ven Espíritu de fortaleza, para que pueda enfrentarlo todo.
Ven Espíritu de ciencia, para que llegue a la profundidad de las cosas de este mundo.
Ven Espíritu de piedad, para que reconozca el valor sagrado de cada ser humano.
Ven Espíritu del santo temor, para que procure cuidadosamente no ofenderte jamás.
Ven Espíritu Santo, con tus siete dones preciosos.
Amén."

martes, 10 de noviembre de 2015

11 de Noviembre

El último don del Espíritu Santo es el santo temor de Dios. Pero este don no tiene nada que ver con el miedo. Porque en realidad, “en el amor no hay lugar para el temor; al contrario, el amor perfecto elimina el temor" (1 Juan 4,18).

El santo temor de Dios es la capacidad de reconocer que Dios siempre es infinitamente más grande, que nos sobrepasa por todas partes, que nunca podemos abarcarlo. El amor nos permite descubrir a Dios muy cercano y lleno de ternura, pero el santo temor nos permite reconocer que nuestro amor nunca puede agotar a Dios ni poseerlo completamente, ya que él es el infinito e inabarcable, que está por encima de todo. Este don nos permite recordar que nunca dejamos de ser sus creaturas, y nos ayuda a ser muy cuidadosos para no ofender a Dios, para no desagradarle con nuestra conducta, porque él es el Santo.

lunes, 9 de noviembre de 2015

10 de Noviembre

El don de la piedad perfecciona el amor fraterno, y nos permite reconocer al prójimo como imagen de Dios. De esa manera, cuando ayudamos a los demás no lo hacemos sólo por compasión, porque nos duele su miseria y sus problemas. Los ayudamos porque reconocemos la inmensa nobleza que ellos tienen. ¡Son imagen de Dios! ¡No puede ser que vivan mal, que estén sufriendo, que no tengan lo necesario para vivir!

Pidamos al Espíritu Santo que derrame todavía más este don en nuestros corazones, para que podamos valorar de esta manera a los demás. Así, nadie será un enemigo, un competidor o una molestia. Todos nos parecerán realmente sagrados, porque contemplaremos en ellos la imagen santa de Dios. El Espíritu Santo derrama este don para que podamos vivir a fondo nuestra relación con los demás.