Muchas personas se enferman y se llenan
de nerviosismos y tensiones porque creen que deben hacer miles de cosas
para sentir que están mereciendo la vida. Ese es un tremendo engaño. La
vida es puro don, sólo hay que recibirla.
Por eso es bueno ayudarse con la
imaginación, para tratar de reconocer que en nuestro interior hay una
fuente de la vida, que no somos nosotros, es el Espíritu Santo. Así,
poco a poco, vamos tratando de sentir que somos generados, producidos
por él, como si fuera una turbina que produce corriente eléctrica sin
parar.
Somos un don, puro don, puro regalo. Vivámoslo con permanente gratitud.
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