domingo, 12 de febrero de 2017

12 de Febrero

Puede suceder que a lo largo de una oración descubramos que la causa de nuestros miedos es una mala experiencia que hemos tenido y que está siempre reapareciendo en nuestros recuerdos. Entonces, tendremos que detenernos cada día a pedir al Espíritu Santo que sane ese recuerdo, que derrame su poder, que nos regale una firme confianza para que esa herida sane y cicatrice. Algo que puede ayudarnos, es atrevernos a revivir con la imaginación la escena en que tuvimos un fuerte dolor, y hacer presente a Cristo en ese momento abrazándonos, rescatándonos, liberándonos de ese problema, arrancándonos de ese lugar. 
 
Y si no conocemos la raíz profunda, la causa de nuestros temores, pidamos al Espíritu Santo que él se apodere de nuestro grito interior que no sabe expresarse, que él se exprese de un modo liberador. Porque "el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad, ya que nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables" (Romanos 8, 26).

2 comentarios:

  1. GRACIAS... ESPÍRITU SANTO POR ILUMINARME Y SANAR MI CORAZÓN. CONTIGO TODO, DINTI NADA..INVOCO SIEMPRE TU DIVINA PROTECCIÓN Y AYUDA AN TE CUALQUIER SITUACIÓN DE MI VIDA.. Y DE LA DE MIS SERES QUERIDOS. AMEN

    ResponderBorrar
  2. Hola buen día
    Romanos 8, 26

    La Biblia de las Américas
    Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles;

    ResponderBorrar