El autor nos conduce en estos cinco minutos diarios para abrirnos al Espíritu de Dios y percibir la fuerza de su consuelo. Meditaciones, oraciones y reflexiones que nos ofrecen la posibilidad de recorrer, a lo largo del año, un profundo camino de crecimiento espiritual...
Ven Espíritu Santo
lunes, 30 de noviembre de 2020
30 de Noviembre
El Espíritu Santo es vida y derrama vida. A veces creemos que él sólo nos lleva a entrar en nuestro interior y a apartarnos del mundo. Pero es al revés, porque el Espíritu Santo llena todo el universo, y él espera que sepamos unirnos a todas las creaturas y a disfrutar del mundo.
En el universo hay mucha alegría, porque la alegría existe cuando uno es lo que debe ser, lo que Dios quiere que sea. Las estrellas, que ocupan su lugar en el cielo y brillan bellamente, cumplen la voluntad divina, y por eso en ellas hay alegría; una planta que crece cumple la voluntad de Dios, y en ella hay alegría; un pájaro que fabrica su nido sigue su instinto, y en él hay mucha alegría.
Todo el universo es como una canción de gozo. Pidamos al Espíritu Santo, que está en todas las cosas, que nos ayude a descubrirlo así, y encontremos nuestra propia alegría.
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domingo, 29 de noviembre de 2020
29 de Noviembre
Por un momento pidamos al Espíritu Santo que nos impulse a la alabanza, y oremos con estos preciosos Salmos:
“Mi corazón está a punto, Dios mío. Voy a cantar y a tocar... Te alabaré entre los pueblos Señor, te cantaré entre la gente, porque tu amor es grande hasta los cielos” (Salmo 108,2.4-5).
“Te ensalzaré Dios mío, mi rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre por siempre. Grande es el Señor y muy digno de alabanza, su grandeza no tiene medida" (Salmo 145,1-3).
“Cantaré al Señor toda mi vida. Mientras yo exista celebraré a mi Dios. Que mi canto le sea agradable. ¡Y yo me alegraré en el Señor!” (Salmo 104,33-34).
“Bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios” (Salmo 103,2).
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sábado, 28 de noviembre de 2020
28 de Noviembre
El Espíritu Santo no se lleva bien con el pesimismo. Porque a él sólo le interesa lo que pueda ayudarnos a salir adelante, no lo que nos clausure, nos detenga, nos paralice. Las personas movidas por el Espíritu Santo no se dejan vencer ni amedrentar por los fracasos. Tampoco bajan los brazos cuando escuchan opiniones melancólicas, negativas y pesimistas. Siguen adelante buscando nuevos caminos. Pero no son tercos que, cuando fracasan, quieren a toda costa seguir intentando de la misma manera, sin cambiar nada. Las personas verdaderamente tocadas por la luz del Espíritu Santo, cuando tienen un obstáculo, se ponen a buscar nuevas maneras de superarlo, consultan, investigan, aceptan los cambios que haya que hacer, intentan aprender lo que no saben.
De esa manera se desarrollaron algunos genios. Por ejemplo, a Einstein lo consideraban un loco soñador, que inventaba ideas fantasiosas; pero finalmente, con astucia y creatividad, logró hacer ver que su teoría era seria. A Edison, su maestro lo consideraba corto de mente. La primera vez que Elvis Presley se presentó a probar su voz, los especialistas en canto le dijeron que se dedicara a ser camionero. La excelente actriz argentina, Norma Aleandro, fue despreciada por la que ella admiraba como gran artista. Sin embargo, ellos sabían que tenían algo para ofrecer, y aceptaron cambiar muchas cosas y modificar sus proyectos, para ir creciendo poco a poco, para aprender a llegar a los demás, y de esa manera le regalaron al mundo algo que vale la pena. Dejemos que el Espíritu Santo nos enseñe a salir adelante, sin desgastarnos inútilmente en el pesimismo y en los lamentos.
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viernes, 27 de noviembre de 2020
27 de Noviembre
“Ven Espíritu Santo, y enséñame a seguir tus impulsos de amor.
Enséñame a intentar cada día reaccionar mejor.
Tú conoces mi debilidad, y sabes cuánto me cuesta cambiar mi forma de vivir.
Sabes cómo me arrastra muchas veces el egoísmo, el orgullo, la comodidad o la tristeza.
Pero enséñame a intentar otra manera de encarar la vida.
Porque sé que bastan esos pequeños intentos para ir cambiando poco a poco mi existencia.
Ven Espíritu Santo, toca mi inteligencia, mi imaginación, mis capacidades, mis gestos, mi sensibilidad.
Tócalo todo con tu gracia, para que me decida a cooperar contigo y así aprenda a vivir mejor.
No quiero conformarme con pedirte una nueva vida. Sé que tengo que entregar algo de mí para alcanzarlo.
Ayúdame Señor. Ven Espíritu Santo.
Amén.”
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jueves, 26 de noviembre de 2020
26 de Noviembre
El Espíritu Santo es un buen consejero. Por eso podemos decirle con el Salmo: “Bendigo al Señor que me aconseja; aun de noche me instruye en mi intimidad” (Salmo 16,7). El Evangelio elogia al justo Simeón porque él “se guiaba por el Espíritu Santo” (Lucas 2,25).
Si estamos atentos, el Espíritu Santo nos hace escuchar su consejo en lo profundo del corazón, y nos orienta por el camino correcto:
“Recibe el consejo de tu corazón, pues ¿quién te será más fiel que él?... Y después de todo, suplica al señor que dirija tus pasos en la verdad” (Sirácides 37,13.15).
Cada vez que tenemos que tomar alguna decisión, y estamos confundidos, lo mejor es detenerse a pedirle al Espíritu Santo que nos aclare las ideas, que nos ayude a ver mejor, que nos muestre de alguna manera qué es lo que en realidad nos conviene.
Es cierto que debemos informarnos, consultar, reflexionar; pero lo primero debería ser invocarlo a él, creyendo de verdad que es el mejor consejero.
Cuando lo invocamos de verdad, podemos estar atentos a las respuestas que surgen en lo íntimo del corazón, y allí encontraremos luz.
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miércoles, 25 de noviembre de 2020
25 de Noviembre
"Ven Espíritu Santo, Espíritu de esperanza.
Cuando me parezca que todo está perdido.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando crea que todos son egoístas e interesados.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando sienta que no vale la pena empezar algo nuevo.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando piense que ya no podré cambiar.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando crea que ya nada bello se puede esperar de la vida.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando me parezca que la civilización del amor no es más que una utopía.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando sienta que yo ya no puedo hacer nada por la paz y la justicia.
Ven, Espíritu de esperanza.
Cuando me canse de luchar.
Ven Espíritu de esperanza."
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martes, 24 de noviembre de 2020
24 de Noviembre
El Espíritu Santo no consiente la mediocridad; siempre quiere llevarnos a algo más.
El martirio es una muestra de lo que puede llegar a provocar el Espíritu Santo. Por eso la Iglesia nos propone recordar a los mártires de distintas regiones de la tierra, para reconocer la acción del Espíritu Santo y para estimular nuestra entrega. Hoy recordamos a los 117 mártires de Vietnam.
Estos mártires son personas de diversas condiciones y estados de vida: obispos, sacerdotes, catequistas, padres de familia, profesionales, pescadores. Así vemos que, en cualquier situación que vivamos, es posible entregarlo todo. Cada uno de nosotros, en la tarea que le toque realizar, puede dejarse tomar por el Espíritu Santo, y dar la vida en esa tarea generosa.
Uno de estos mártires, llamado Pablo, decía con firmeza, en medio de los tormentos espantosos que le hacían sufrir: “Estoy lleno de gozo y de alegría. No estoy solo, Cristo está conmigo".
A pesar de las crueles persecuciones, que buscaban amedrentar a los pobladores para que no se hicieran cristianos, hoy la Iglesia en Vietnam ya tiene unos seis millones de fieles cristianos. Por eso, ninguna circunstancia adversa debería hacernos pensar que no vale la pena entregarse, que nada puede ser mejor, que nuestra entrega es inútil. Ninguna lucha, llevada con amor, será infecunda, más allá de lo que nosotros lleguemos a ver con nuestros ojos. Por eso, cuando nos parece que sufrimos inútilmente, invoquemos al Espíritu Santo, y dejemos que él bendiga ese dolor. De esa manera, nuestro sufrimiento dará frutos preciosos.
Los mártires nos impulsan a entregar la vida, cada día. Es posible, si nos dejamos impulsar y fortalecer por el Espíritu Santo.
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lunes, 23 de noviembre de 2020
23 de Noviembre
“Ven Espíritu Santo, a despertar mi vida interior. Ven a elevar mi corazón en gratitud.
Todo el universo es una alabanza gozosa para el Padre Dios. Lo adoran los pájaros cantando, lo adoran los arroyos corriendo entre los cerros, lo adoran el sol y la luna iluminando.
Ayúdame Espíritu Santo, a compartir esa alegría de todo el universo. Enséñame a vivir con la sencillez y el gozo que tienen tus criaturas más simples. Quiero alegrarme con el color de las piedras, con la forma de las nubes, con la sencillez de la hierba y de las flores.
Espíritu Santo, lleno de vida purísima, vitalidad siempre nueva. Tú has querido derramar vida en el universo, y por eso existe la multitud variada de todas las criaturas.
También yo soy una llama de vida que tú has querido encender con tu poder sin límites. Te doy gracias, Señor, por el milagro de mi vida, porque me sacaste de la nada. Porque yo podría no existir, y sin embargo aquí estoy, sostenido por tu infinito poder.
Concédeme Señor, que pueda valorar y gozar esta vida que me das, que aprenda a disfrutarla con alegría y gratitud. Espíritu Santo, que hoy pueda alegrarme contemplando cada cosa, reconociendo la hermosura que has puesto en todos los seres.
Lléname de la alegría cósmica que invade todas las cosas, tú que eres el sublime Espíritu que todo lo llena.
Amén.”
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domingo, 22 de noviembre de 2020
22 de Noviembre
El Espíritu Santo es el artista interior, el que puede hacernos bellos por dentro.
Esto es muy importante sobre todo hoy, que tenemos una idea tan equivocada de la belleza. Sentimos que las personas valen por la apariencia física. Y la sociedad de consumo nos inunda permanentemente con productos que podemos comprar para mejorar la apariencia exterior. De esa manera, los que quieren vendernos ropa, cosméticos y tratamientos, llegan a convencernos que las personas sólo valen por su atractivo corporal.
Pero nadie está del todo contento con su apariencia, y la mayoría de las personas tiene algún temor a volverse feo, viejo, a perder el atractivo físico, a ser despreciado por su aspecto. ¡Cuántos sufrimientos inútiles!
Pero sabemos que todo eso es mentira. Porque lo más atractivo y fascinante es la belleza interior de las personas, sus virtudes, sus actitudes, su dignidad, su entrega.
El Espíritu Santo no nos hará más altos o más rubios, porque en realidad para él todos somos bellos de una manera diferente, aunque eso no responda a los gustos de la sociedad. Lo que él quiere hacer es darnos esa belleza interior que el mundo no nos puede dar y que nadie nos podrá vender. Dejemos que él haga su obra en nosotros para que alcancemos esa suprema hermosura.
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sábado, 21 de noviembre de 2020
21 de Noviembre
“Ven Espíritu de fraternidad,
porque el Padre Dios quiere a sus hijos unidos como hermanos.
Ven Espíritu de unidad,
porque detestas la división y la enemistad.
Ven Espíritu de hermandad,
porque fácilmente nos dejamos llevar por los rencores,
las envidias, el egoísmo.
Ven Espíritu de caridad,
porque tu amor nos motiva a construir puentes, a tender lazos,
a estrechar las manos.
Ven Espíritu de amor sincero,
para que no se mueran mis sueños de un mundo de hermanos,
de una civilización del amor, de una tierra unida.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”
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jueves, 19 de noviembre de 2020
19 de Noviembre
“Ven Espíritu Santo, sácame del encierro donde me he clausurado, y abre mi vida a los demás.
Derriba las paredes de mi pequeño yo.
Regálame, Espíritu Santo, el don de la disponibilidad.
Hazme disponible para servir.
Hazme disponible para escuchar.
Hazme disponible para compartir.
Hazme disponible para ayudar.
Hazme disponible para acompañar.
Hazme disponible para consolar.
Hazme disponible para alentar.
Hazme disponible para celebrar.
Ven Espíritu Santo, abre mi corazón cerrado, para que no esté siempre pensando sólo en mis necesidades y proyectos, para que aprenda a caminar con los demás, como un verdadero hermano de todos.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”
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miércoles, 18 de noviembre de 2020
18 de Noviembre
Cuenta el Evangelio que Jesús “se dejó llevar por el Espíritu al desierto” (Lucas 4,1). En el desierto Dios habla al corazón. Porque en el desierto no hay nada interesante, nada que pueda distraernos y atontarnos. Sólo arena movida por el viento. Por eso, llega un momento en que nos sentimos solos, desnudos frente a Dios, y entonces le abrimos de verdad el corazón. El Espíritu Santo quiere llevarnos al desierto.
Si leemos el libro del profeta Oseas, allí vemos a un enamorado que intenta por todos los medios seducir a la amada, pero todo es inútil. Finalmente encuentra una manera: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón" (Oseas 2,16).
Evidentemente, eso no significa que tengamos que hacer un viaje para buscar a Dios en un desierto. Se trata de hacer desierto en nuestro interior. Hay que despojarse de todo, darse cuenta de que no vale la pena aferrarse a nada, que todos los falsos remedios y secretos de felicidad no sirven. Sólo nos distraen. Son fantasías y excusas. Tenemos que entrar en oración, dejar todo a un lado, dejar que todo se caiga. Hacer desierto es entonces encontrarnos cara a cara con el Padre Dios, para conversar con él desnudos, sin ocultar nada, sin aferrarnos a nada. Sólo así podremos descubrir y aceptar que él es el único que vale la pena, que sólo él puede ocupar el centro de nuestra existencia.
Podemos vivir este desierto en medio de la ciudad, dentro de las preocupaciones de un día de trabajo, en cualquier circunstancia. Porque en cualquier cosa que hagamos podemos vaciarnos, desarmarnos, liberarnos de falsas seguridades y quedar pobres, con humildad rendidos y espiritualmente postrados ante Dios.
El Espíritu Santo quiere hacernos vivir ese desierto ahora mismo. Aceptemos esta divina invitación que puede cambiar nuestras vidas.
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martes, 17 de noviembre de 2020
17 de Noviembre
“Ven Espíritu Santo, para que me apasionen los verdaderos valores de la vida y no me deje engañar por los falsos atractivos.
Ven, para que reconozca que un acto de amor vale oro, y que un acto de puro egoísmo no es más que paja y basura.
Ven, para que vea la luz cada vez que recuerde a Jesús, y reconozca las oscuridades de los falsos modelos, que sólo promueven el placer vacío y egoísta.
Ven, para que recuerde que vale la pena entregarse generosamente, y que no vale la pena encerrarse en la melancolía y la vanidad.
Ven, para que no olvide que mi vida no termina en esta tierra, y que estoy llamado a un Reino celestial, donde la felicidad no tendrá fin.
Ven Espíritu Santo, para que gaste mis energías en cosas buenas, y no las desgaste en los falsos valores.
Amén.”
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lunes, 16 de noviembre de 2020
16 de Noviembre
Hoy muchas personas buscan la felicidad en la relajación o en la meditación, pero sin amar de verdad a los hermanos. Entonces a veces se sienten bien, pero se están engañando, porque están atrofiando el llamado al encuentro que hay en lo profundo de su ser.
Las relaciones humanas abiertas y generosas son indispensables para una vida sana. Pero la incapacidad de convivir nos alucina en un mundo de fantasía que nosotros mismos creamos, un mundo donde no hay lugar para los que son diferentes y donde sólo existe nuestro propio yo.
Haciendo algunas prácticas y tomando algunas medicinas y productos, nos sentimos un poco aliviados, pero eso sólo llega a la superficie del alma, no llega a la profundidad de la persona, que sigue enferma por dentro.
De ese encierro sólo nos puede liberar el Espíritu Santo, que siempre busca sacarnos fuera de nosotros mismos, que no tolera que nos engañemos en un mundo interior falso y enfermo. Pidámosle con fe y confianza que nos libere de todo egoísmo con la fuerza de su amor. Roguémosle que derrame en nuestras vidas la fuerza sanadora del amor. Porque cuando logramos amar a los demás, eso indica que lo profundo del corazón comienza a sanarse y a liberarse verdaderamente.
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domingo, 15 de noviembre de 2020
15 de Noviembre
El Papa Juan XXIII inició una maravillosa reforma de la Iglesia. Aunque lo eligieron cuando ya tenía una edad avanzada, gracias a él la Iglesia comenzó una gran renovación.
Pero él decía que el autor de esa obra era el Espíritu Santo, que quería transformar su Iglesia. Las primeras noches después de ser elegido, no podía dormir pensando en su tremenda responsabilidad. Entonces se preguntó: “¿Quién guía la Iglesia, yo o el Espíritu Santo?”. Y se respondió: “El Espíritu Santo, por supuesto”. Entonces pudo dormir tranquilo.
Utilicemos sus palabras para invocar al Espíritu Santo, y hagámoslo con la misma confianza que él tenía:
“Espíritu Santo, ven a perfeccionar
la obra que Jesús comenzó en mí.
Que llegue pronto el tiempo
de una vida llena de tu Espíritu.
Derrota toda presunción natural
que encuentres en mí.
Quiero ser sencillo, lleno del amor de Dios,
y constantemente generoso.
Que ninguna fuerza humana
me impida hacer honor
a mi vocación cristiana.
Que ningún interés, por descuido mío,
vaya contra la justicia.
Que ningún egoísmo disminuya en mí
los espacios infinitos de tu amor.
Que todo sea grande en mí.
También el culto a la verdad
y la prontitud en mi deber hasta la muerte.
Que la efusión del Espíritu de amor
venga sobre mí, sobre la Iglesia,
y sobre el mundo entero.
Amén.”
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sábado, 14 de noviembre de 2020
14 de Noviembre
Cuando nos descuidamos, comenzamos a fabricar alguna máscara para evitar los cambios más profundos, o porque no nos atrevemos a ser nosotros mismos.
¿Cuáles son las posibles máscaras que tenemos que entregar al Espíritu Santo para que él las destruya?
Puede ser la máscara de la fuerza, que nosotros creamos para esconder nuestra fragilidad, en lugar de tratar de fortalecernos por dentro con el poder del Espíritu. Esta máscara nos lleva a mostrarnos agresivos, rebeldes, autoritarios, ambiciosos; pero en realidad, de esa manera sólo estamos ocultando nuestros miedos e inseguridades, que siguen haciéndonos daño por dentro.
Otra máscara puede ser la de la bondad, porque nos gusta que digan que somos buenos y humildes, no toleramos que piensen que somos egoístas u orgullosos. Entonces, para aparentar bondad, nunca decimos que no, siempre hacemos lo que los demás nos piden, nunca discutimos. Pero en el fondo del corazón sufrimos una gran violencia, porque todo eso no es auténtico. En cambio, el Espíritu Santo nos fortalece para que nos atrevamos a ser respetuosos y amables, pero auténticos y sinceros, sin pretender dar más de lo que podemos ni esconder nuestras verdaderas convicciones.
Otra máscara muy común es la de la serenidad, como si fuéramos personas imperturbables, que no nos molestamos ni nos enojamos con nada. Pero la procesión va por dentro, y esa ira reprimida termina quemándonos por dentro y enfermándonos. El Espíritu Santo nos enseña a expresar lo que sentimos, sin agredir a los demás ni quejarnos permanentemente, pero sin la vergüenza de manifestar lo que llevamos dentro.
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viernes, 13 de noviembre de 2020
13 de Noviembre
No hay nada mejor para nosotros que confiar en el Espíritu Santo; pero de verdad, no de la boca para afuera.
La verdadera confianza es una fuente de libertad, de fuerza y de entusiasmo. No es algo que nos deja quietos, pasivos. Todo lo contrario. Confiar en alguien que nos ama, nos da una gran seguridad para enfrentar las cosas con calma y con eficacia.
Cuando más nos confiamos en el Espíritu Santo, más nos sentimos seguros, protegidos. Es bueno disfrutar de ese sentimiento de protección, y así caminar por el mundo, y así enfrentar la vida.
Porque la protección del Espíritu Santo es también una orientación, una guía que nos conduce por el camino, un brazo que nos apoya y suavemente nos empuja para que avancemos. Nosotros buscamos, nos ocupamos, tratamos de discernir, pero no estamos solos, somos guiados por un consejero seguro. Gracias Espíritu Santo.
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jueves, 12 de noviembre de 2020
12 de Noviembre
“Ven Espíritu Santo, lleno de la hermosura de tus dones, glorioso y luminoso, con toda la riqueza que derramas por donde pasas.
Ven Espíritu de sabiduría, y dame el gusto por las cosas santas y nobles.
Ven Espíritu de entendimiento, para que pueda comprender los misterios de tu Palabra.
Ven Espíritu de consejo, para que pueda orientar a mis hermanos.
Ven Espíritu de fortaleza, para que pueda enfrentarlo todo.
Ven Espíritu de ciencia, para que llegue a la profundidad de las cosas de este mundo.
Ven Espíritu de piedad, para que reconozca el valor sagrado de cada ser humano.
Ven Espíritu del santo temor, para que procure cuidadosamente no ofenderte jamás.
Ven Espíritu Santo, con tus siete dones preciosos.
Amén."
miércoles, 11 de noviembre de 2020
11 de Noviembre
El último don del Espíritu Santo es el santo temor de Dios. Pero este don no tiene nada que ver con el miedo. Porque en realidad, “en el amor no hay lugar para el temor; al contrario, el amor perfecto elimina el temor" (1 Juan 4,18).
El santo temor de Dios es la capacidad de reconocer que Dios siempre es infinitamente más grande, que nos sobrepasa por todas partes, que nunca podemos abarcarlo. El amor nos permite descubrir a Dios muy cercano y lleno de ternura, pero el santo temor nos permite reconocer que nuestro amor nunca puede agotar a Dios ni poseerlo completamente, ya que él es el infinito e inabarcable, que está por encima de todo. Este don nos permite recordar que nunca dejamos de ser sus creaturas, y nos ayuda a ser muy cuidadosos para no ofender a Dios, para no desagradarle con nuestra conducta, porque él es el Santo.
martes, 10 de noviembre de 2020
Cumpleaños feliz
🙌 ¡Ya pasaron más de 15 años del lanzamiento del libro Los cinco minutos del Espíritu Santo! 🕊
👌 ¿No te parece que es hora celebrarlo? 🤗 ¡Te invitamos a dialogar sobre esta hermosa obra que ha dado tantos frutos en el mundo!
🗓 ¿Cuándo? El martes 17 de noviembre — 🕓 16:00 hs. (ARG) — a través de un encuentro por la plataforma Zoom. 🤳 *¡Los cupos son limitados!* 👀
📲 ¡Si te interesa participar te invitamos a inscribirte a través del siguiente enlace:
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🔥 ¡Y atención: el Espíritu sigue soplando aires nuevos y haciendo nuevas todas las cosas...!
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10 de Noviembre
El don de la piedad perfecciona el amor fraterno, y nos permite reconocer al prójimo como imagen de Dios. De esa manera, cuando ayudamos a los demás no lo hacemos sólo por compasión, porque nos duele su miseria y sus problemas. Los ayudamos porque reconocemos la inmensa nobleza que ellos tienen. ¡Son imagen de Dios! ¡No puede ser que vivan mal, que estén sufriendo, que no tengan lo necesario para vivir!
Pidamos al Espíritu Santo que derrame todavía más este don en nuestros corazones, para que podamos valorar de esta manera a los demás. Así, nadie será un enemigo, un competidor o una molestia. Todos nos parecerán realmente sagrados, porque contemplaremos en ellos la imagen santa de Dios. El Espíritu Santo derrama este don para que podamos vivir a fondo nuestra relación con los demás.
lunes, 9 de noviembre de 2020
9 de Noviembre
El don de la ciencia se distingue del don de entendimiento. Porque el entendimiento tiene que ver con las cosas celestiales, y el don de ciencia está más relacionado con las cosas de este mundo. Significa que podemos mirar este mundo con ojos espirituales, con una mirada transformada por el Espíritu Santo. Entonces, podemos descubrir la belleza más perfecta que el Espíritu Santo ha derramado en las cosas. De esa manera, no nos apegamos a cosas de este mundo ni nos dejamos esclavizar por ellas, porque todas ellas nos llevan a Dios.
Con este don, San Francisco de Asís podía alegrarse en cada criatura sin perder por ello su entrega total a Dios.
Tratemos de ejercitar este don, intentando contemplar este mundo con otra mirada, renunciando a la posesividad, a las obsesiones, y dejando que las criaturas nos hablen de Dios.
domingo, 8 de noviembre de 2020
8 de Noviembre
El cuarto don del Espíritu Santo es la fortaleza; pero no se trata de la fortaleza normal, que nos permite soportar las dificultades cotidianas. Este don nos permite ser capaces de una fortaleza superior, que nos hace capaces de dar la vida por el Señor, si esto fuera necesario. Es la fortaleza que nos hace sobrellevar con constancia cosas que en situaciones normales nos parecerían imposibles. Dejarse matar por Cristo parece algo imposible, porque contradice al instinto de supervivencia, que nos lleva a escapar de los peligros. Sin embargo, si Dios nos pidiera eso, seguro el Espíritu Santo nos daría la fuerza para poder soportarlo, y entonces sería realmente posible. Los mártires han podido entregar la sangre porque los sostenía este don maravilloso del Espíritu. Pero este mismo don nos sostiene cuando tenemos que soportar cosas especialmente difíciles, cuando no se trata de dar la vida, pero sí de renunciar a alguna parte importante de la vida. Sin esta fortaleza todo es demasiado duro; pero con esta fortaleza cualquier cosa se puede enfrentar. Pidamos al Espíritu Santo que nos revista con este don poderoso.
sábado, 7 de noviembre de 2020
7 de Noviembre
El tercer don del Espíritu Santo es el consejo, que nos permite orientar a los demás y ayudarles a descubrir cuál es la voluntad de Dios para sus vidas. No se refiere tanto a cosas prácticas, sino a las cuestiones más grandes, que tienen que ver con el sentido de la vida.
Esto nos muestra que el Espíritu Santo no se derrama en nosotros sólo para hacer crecer nuestra intimidad, sino también para el servicio de los demás. Porque nadie crece de verdad en la vida espiritual si no se entrega con generosidad a los hermanos. A la persona profundamente espiritual le interesa mucho ayudar a los demás a crecer y a marchar por el buen camino.
Pero tengamos presente que este don del consejo no se refiere a cualquier consejo, sino a las cosas más profundas de la vida. Es ante todo la capacidad de motivar a los demás para ser fieles a Dios en el camino de su existencia.
viernes, 6 de noviembre de 2020
6 de Noviembre
El segundo don del Espíritu Santo es el entendimiento, que ilumina la inteligencia. Es la capacidad de captar algo de las verdades más profundas de la fe, la habilidad para entender el sentido más profundo de la Palabra de Dios. Pero no es un don de los estudiosos, porque el Espíritu Santo puede derramar este don de una manera preciosa en una persona que ni siquiera sepa leer y que no haya recibido ninguna instrucción. Esa persona, aunque no sepa explicar con claridad lo que sabe, puede poseer una gran intuición espiritual que le permite entender las cosas más altas y más sublimes de la fe cristiana.
Cuando uno trata de estudiar, de profundizar su fe, o de comprender la Biblia, tiene que invocar al Espíritu Santo para que derrame este don con mayor intensidad; porque nuestra mente, sin la luz del Espíritu Santo, nada puede comprender de los misterios de la fe.
jueves, 5 de noviembre de 2020
5 de Noviembre
El primer don del Espíritu Santo es la sabiduría. Pero tenemos que aclarar que cuando la Biblia habla de sabiduría, no quiere decir los conocimientos o la instrucción intelectual. Los libros sapienciales nos hablan mucho de esta sabiduría, que es sobre todo el arte de vivir, de saber conducirse en la vida. Porque hay personas que saben muchas cosas pero les falta lo más importante: no saben vivir.
Los grandes sabios cristianos han destacado que la mayor sabiduría tiene que ver con el amor, que nos hace saborear las cosas celestiales. Es un conocimiento gustoso, lleno de sabor espiritual.
Pidamos al Espíritu Santo que nos regale esa sabiduría que viene de lo alto.
miércoles, 4 de noviembre de 2020
4 de Noviembre
Los dones del Espíritu Santo están tomados del texto de Isaías 11,2, donde habla del Mesías, y dice que “reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh”. Como en el versículo 3 se repite el temor, algunas traducciones colocan “piedad”, y así tenemos los famosos siete dones.
Son los dones que han estado en plenitud en Jesús, porque él tenía “el Espíritu sin medida” (Juan 3,34). Y son los dones que el Espíritu Santo derrama también en cada uno de nosotros para impulsarnos a vivir de una manera diferente. Con estos dones, el Espíritu Santo nos sostiene y nos empuja para que podamos practicar con más agilidad las virtudes cristianas y para que lleguemos a la plenitud de la santidad.
Pidámosle al Espíritu Santo que desarrolle cada vez más esos dones en nuestra vida, de manera que podamos parecernos cada vez más a Jesús, para que se nos haga espontáneo actuar como Jesús actuaba. En los próximos días reflexionaremos sobre cada uno de estos dones.
martes, 3 de noviembre de 2020
3 de Noviembre
“Ven Espíritu Santo. Tu mirada luminosa todo lo penetra, con paciencia e inmensa compasión. Mis infidelidades no destruyen tu amor, que siempre vuelve a buscarme, para que mi vida espiritual pueda crecer feliz en tu presencia.
Quisiera que todas mis acciones te agraden, que mi vida ya no se aparte de tu santo proyecto para mí, que todo lo que haga refleje tu luz, tu alegría y tu amor.
Pero tú conoces mi debilidad. Por eso te ruego una vez más que me toques con tu poder divino. Sin tu auxilio nada puedo. Ven Espíritu Santo.
No dejes que me dominen las malas inclinaciones. Triunfa en mí, Espíritu Santo. Triunfa con la generosidad, con la alegría, con la pureza, con el perdón. Triunfa con la bondad, con la paz, con el servicio. Triunfa con la esperanza, el fervor, los buenos deseos.
Ven Espíritu Santo, para que no me vuelvan a arrastrar las viejas costumbres, para que no me dominen otra vez las malas inclinaciones, los rencores, la melancolía.
Ven Espíritu Santo, para que todo en mí sea luminoso.
Amén."
lunes, 2 de noviembre de 2020
2 de Noviembre
“Gloria a ti, Espíritu Santo, mi Dios infinito y bello. Señor deslumbrante, vestido de inmensa luz. Esta pequeña criatura quiere adorarte y reconocer tu grandeza.
Me postro ante ti Señor, y te pido que toques mi corazón, que abras mis labios y me regales el don de saber adorarte.
No permitas, Dios mío, que me encierre en mis preocupaciones y penas, no dejes que mi boca se llene sólo de lamentos. Ayúdame a salir de mí mismo para alabarte a ti, que eres digno de toda alabanza, mi Dios y mi Señor amado.
Santo eres, bendito seas, alabado y glorificado seas por tu hermosura, por tu fuerza, por tu bondad, por tu inmensa paz. A ti sea la gloria por siempre.
Señor, quiero entregarme a la vida, porque también hoy estaremos juntos. Estarás conmigo, Espíritu Santo, y con tu amistad yo puedo enfrentar todo lo que suceda. Podré ver en todo lo que me suceda una oportunidad, un sueño, un desafío.
Escucho tu invitación a la vida, y quiero decirte que sí, Espíritu Santo. Aunque he vivido muchos días grises, llenos de fracaso, hoy quiero intentarlo una vez más, para que todo lo que me suceda pueda ser transformado por tu amistad.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”
domingo, 1 de noviembre de 2020
01 de Noviembre
La celebración de hoy es un canto al Espíritu Santo. Porque celebrar a todos los santos es motivo de alegría y de consuelo. En ellos se manifiesta el triunfo de la gracia, la eficacia de la acción del Espíritu Santo, porque “cuando Dios corona los méritos de los santos está coronando sus propios dones” (San Agustín).
El conjunto de los santos nos hace ver algo precioso: que el Espíritu Santo nos renueva, nos transforma, pero respeta la identidad de cada uno y ama la variedad. Por eso todos los santos son diferentes y cada uno fue santo a su manera.
Reconociendo la inmensa variedad de santos, con temperamentos, opciones e historias tan variadas, podemos reconocer cómo la acción de la gracia es siempre personal, respeta la identidad de cada uno, y no condiciona su libertad. También cada uno de nosotros, con sus peculiaridades, pero sanado y liberado, podrá integrar esa maravillosa comunidad celestial e integrarse en la feliz alabanza que no tiene fin.
Hoy recordamos también a miles de personas que no han sido canonizadas en una declaración oficial de la Iglesia, pero que seguramente han alcanzado la santidad de maneras poco llamativas. Se han entregado con amor en la sencillez de lo cotidiano. Otros quizás han vivido la santidad en medio de muchos condicionamientos, o también en medio de la locura. Ellos, en el cielo, brillan liberados de sus límites y angustias, y su belleza es una alabanza al Espíritu Santo, que se lució embelleciendo sus vidas.
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