Hoy celebramos la anunciación del ángel a María. Esto significa que
estamos celebrando el momento en que el Hijo de Dios se hizo hombre en
el vientre de la Virgen santa.
Pero eso es obra del Espíritu Santo (Lucas 1,35).
Por eso, hoy festejamos esa acción maravillosa del Espíritu Santo que
fue formando a Jesús dentro de María. La encarnación del Hijo de Dios
debería llevarnos a una tierna gratitud y a una profunda alabanza al
Espíritu Santo por esa obra tan preciosa.
Es bueno recordar que
toda la belleza de Jesús, de su mirada, de sus palabras y de sus
acciones, ha sido obra del Espíritu Santo, que lo formó admirablemente.
Por eso, nosotros podemos pedirle al Espíritu Santo que nos forme de
nuevo en el seno de María, para renacer a una vida mejor, transformados,
embellecidos, y liberados de todo lo que arruina nuestra existencia. De
esa manera, él nos hará nacer de nuevo, más parecidos a Jesús.
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