El fuego del Espíritu Santo puede quemar y sanar los malos recuerdos que a veces nos atormentan. Veamos algunos ejemplos:
Pueden ser momentos de soledad o de abandono en la infancia, haber sido insultado, ignorado o despreciado; puede ser falta de cariño de los padres, desprecios y celos de los hermanos o compañeros, momentos de vergüenza, experiencias sexuales molestas, haber sido rechazado por alguien que yo amaba, sufrimientos por no tener cosas que los otros tenían, accidentes, muertes de seres queridos, sustos, enfermedades dolorosas, prolongadas o repetidas, fracasos, etc.
Ahora hagamos una pequeña oración para sanar nuestros recuerdos enfermizos:
"Ven Espíritu Santo, aquí estoy, con todo mi pasado dentro de mí, para pedirte la paz.
Ven, Espíritu Santo, a invadir todo mi pasado para transfigurarlo y renovarlo. Pasa por todo mi ser iluminando, sanando y liberando.
Toca todos mis recuerdos y cura todo el dolor y la inquietud que producen en mi existencia.
Pasa, Espíritu de amor, y sáname por todos los momentos tristes y dolorosos, por aquellos días en que no me sentí amado, o fui despreciado, maltratado, lastimado, utilizado, calumniado, olvidado, ignorado. Cura mis recuerdos.
Pasa con tu amor y restaura todo lo que se ha dañado en mi corazón. Cura mi interior y mi cuerpo por todas las malas experiencias que viví. Deja sólo tu inmensa paz y tu ternura.
Como si fuera una herida que se cierra y desaparece, así se sana todo mi ser de esos recuerdos. Y aquello que me hizo sufrir ya no existe.
Pasa Espíritu Santo, alivia, cicatriza, restaura.
Amén."
Ven Espíritu Santo, borra todo y escribe en mi corazón la alegría de vivir en armonía
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