El Espíritu Santo es vida y derrama
vida. A veces creemos que él sólo nos lleva a entrar en nuestro interior
y a apartarnos del mundo. Pero es al revés, porque el Espíritu Santo
llena todo el universo, y él espera que sepamos unirnos a todas las
creaturas y a disfrutar del mundo.
En el universo hay mucha
alegría, porque la alegría existe cuando uno es lo que debe ser, lo que
Dios quiere que sea. Las estrellas, que ocupan su lugar en el cielo y
brillan bellamente, cumplen la voluntad divina, y por eso en ellas hay
alegría; una planta que crece cumple la voluntad de Dios, y en ella hay
alegría; un pájaro que fabrica su nido sigue su instinto, y en él hay
mucha alegría.
Todo el universo es como una canción de gozo. Pidamos
al Espíritu Santo, que está en todas las cosas, que nos ayude a
descubrirlo así, y encontremos nuestra propia alegría.