Cuando está terminando un año, es hora
de evaluar cómo lo hemos vivido, y también es el momento de prepararnos
para comenzar una nueva etapa de nuestras vidas. Es hora de revisar cómo
están nuestros grandes ideales, y de preguntarnos cómo podríamos
vivirlos mejor.
Pero cuando nos preparamos para comenzar
una nueva etapa, es indispensable detenernos a presentarle al Espíritu
Santo nuestros proyectos y nuestros sueños, y también a pedirle que nos
ilumine para ver si eso realmente nos conviene.
El Espíritu Santo siempre busca hacernos
crecer, hacernos avanzar un poco más. Por eso, él mismo nos inspira
para que comencemos nuevas etapas, para que no nos quedemos encerrados
en el pasado, para que saquemos lo mejor de nosotros, y sepamos volver a
comenzar, una vez más. Él se derrama de un modo especial cuando está
por comenzar algo nuevo.
Dejemos que en estos últimos días del
año el Espíritu Santo nos inspire sueños buenos, proyectos generosos,
perspectivas llenas de esperanza y entusiasmo.
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