Me detengo un momento sólo a respirar.
Simplemente existo, y respiro. Presto atención sólo a la respiración, al
aire que entra en mí y que sale de mí. Y me dejo estar, me abandono.
Con dulzura, aparto todos los pensamientos, recuerdos e imágenes que
vayan apareciendo, y vuelvo a concentrarme con serenidad sólo en la
respiración. Me detengo sólo a gozar de la existencia, que es un
invalorable regalo.
Así, abandonándome, voy dejando nacer un
sentimiento positivo de gratitud y de verdadera paz. Al fin de cuentas,
más allá de todo, vale la pena existir. Es mejor que no ser. Este
presente es maravilloso. Gracias, gracias.
Dejo que el Espíritu Santo vaya haciendo crecer poco a poco ese sentimiento de dulce gratitud.
ResponderBorrarDios nuestro
Gracias por tu bendición
Gracias por tu protección y tu amor
Nuestro agradecimiento eterno para ti Dios nuestro