Me hago unas preguntas para saber si estoy dejando actuar al Espíritu Santo:
¿Acepto el llamado del Espíritu para construir el Reino de Dios a mi alrededor, ofrezco mis manos y mi creatividad para mejorar algo, para sembrar cambios positivos, para hacer nacer la justicia, la solidaridad, la fraternidad?
Con mi entusiasmo frente a los desafíos, mi alegría y mis ganas de luchar, ¿despierto la esperanza a mi alrededor?, ¿o sólo fomento la queja amarga, el desánimo, la tristeza?
¿Estoy abierto al futuro, a lo nuevo, viviendo cada día con la juventud del alma, confiando plenamente en el impulso del Espíritu?. ¿O vivo de recuerdos y pretendiendo controlarlo todo, con el corazón avejentado?
¿Vale la pena vivir sin el maravilloso impulso del Espíritu?
Me detengo un momento a invocarlo.
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Cada día que pasa mi corazón está ocupado en lo superfluo, en lo que los medios me proporcionan y yo los uso sin el provecho que pudieran dar perdón, Santo Espíritu de Dios por qué no resisto ante lo superfluo y me gana ese abandono a tu presencia...
ResponderBorrar“ Con mi entusiasmo frente a los desafíos, mi alegría y mis ganas de luchar, ¿despierto la esperanza a mi alrededor?, ¿o sólo fomento la queja amarga, el desánimo, la tristeza? ”
ResponderBorrarVen Espíritu Santo a mi. Y llevate mi. Tristeza. Y desamor. Y enséñame a amar a no ser consolado sino a consolar, a no ser amado sino a amar. A. No ser comprendido sino a comprender, porque amándote es como encontré la verdadera felicidad. Amén
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