El Espíritu Santo también
nos ayuda a descubrir que no somos dioses, que no somos el centro del
mundo, que no vale la pena vivir cuidando la imagen y alimentando el
orgullo. La verdad es que somos muy pequeños y pasajeros, y que no vale
la pena gastar energías detrás de la vanidad o de la apariencia. Nuestro
valor está en ser amados por Dios, no en la opinión de los otros.
Por eso los sabios son humildes, los que se dejan llenar
por el Espíritu Santo son sencillos y no se dan demasiada importancia:
los verdaderos santos son humildes.
Porque el Espíritu Santo no puede trabajar en los corazones dominados por el orgullo. Están tan llenos de sí mismos que allí no hay espacio para el Espíritu Santo; están tan ocupados cuidando su imagen que no tienen tiempo para abrirse a la acción divina.
Pero la humildad que infunde el Espíritu Santo no es la tristeza de las personas que se desprecian a sí mismas. Es la sencillez de quien se ha liberado del orgullo, y entonces sufre mucho menos. No tiene que preocuparse tanto por lo que digan los demás, y eso se traduce en una agradable paz, en una sensación interior de grata libertad.
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ResponderBorrarDios nuestro
Hoy nos haces reflexionar sobre la soberbia que pudiéramos tener :
Al creernos Dios y juzgar a los demás sin comprender que también nosotros nos equivocamos
Al fomentar la vanidad creyendo que nuestros éxitos son por nuestros méritos y no dimensionar tu gran influencia
Al llenarnos de orgullo , creyendo que nosotros estamos bien y los demás son los pecadores
Dios nuestro , libéranos del orgullo
Genera en nosotros la sencillez y humildad
Protégenos de caer en las tentaciones de la soberbia
Y que nuestra personalidad este solo basada en saber , que unidos a Cristo , somos hijos del Dios Todopoderoso que nos ama