Para iniciarnos en la vida cristiana,
tenemos un tesoro de tres Sacramentos: el Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía. A través de estos tres Sacramentos, el Espíritu Santo nos
introduce en un precioso camino de fe, de esperanza y de amor.
En los países más cristianos, casi todos
han sido bautizados. Una gran mayoría ha recibido la Comunión, al menos
una vez. Pero son menos los que han recibido la Confirmación.
¿Será que no es muy importante?
Sí que lo es. Imaginemos un niño, que es
bueno, feliz, pero que siempre sigue siendo niño. ¿No será mejor que se
anime a enfrentar los desafíos de la vida, que deje de ser niño, y que
vaya creciendo como joven y como adulto, para que sea cada vez más
parecido a Jesús?
El Espíritu Santo quiere que vivamos con
la confianza de un niño, pero no que tengamos una vida infantil. Él
espera que seamos espiritualmente adultos, más allá de los años que
tengamos. Por eso, aunque ya lo recibimos en el Bautismo, se derrama de
un modo nuevo en la Confirmación. Entonces, es un Sacramento necesario
para el desarrollo cristiano.
Si cuando lo recibimos no estábamos bien
dispuestos, tratemos de renovarlo interiormente, invocando al Espíritu
Santo que nos marcó como un sello espiritual.
Ven Espiritu Santo ven
ResponderBorrarRenueva nuestro bautismo
Derrama tu gracia santificadora sobre cada uno de nosotros
Ven Espiritu Santo ven