Con el Espíritu Santo se derraman en
nosotros sus dones más preciosos, que nos hacen más dóciles para seguir
sus impulsos, para ser menos esclavos de lo que nos hace daño y dejarnos
impulsar hacia las cosas buenas y bellas. Los siete dones son:
sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de
Dios (Isaías 11,1-2).
Si ya has recibido la Confirmación, sería
bueno que renovaras la gracia de este Sacramento. Y si no lo has
recibido, sería hermoso que lo pensaras.
El rito es muy simple.
Consiste en una unción con aceite perfumado (Crisma) que hace el Obispo
en la frente, diciendo las siguientes palabras: "Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo".
Esta unción imprime como un sello permanente en el interior de la
persona, y por eso sólo se recibe una vez. Pero una vez recibido,
podemos invocar al Espíritu Santo, pedir perdón por nuestros pecados,
alimentarnos con la lectura de la Biblia y con la Eucaristía, para que
esa gracia de la Confirmación reviva y crezca cada día más, para que el
Espíritu Santo pueda reformar plenamente nuestras vidas.
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