Mientras
los criterios de este mundo nos invitan a pensar en nosotros mismos, a
acomodarnos lo mejor posible, a desentendernos de los demás, a consumir,
a comprar, a no participar, el Espíritu Santo quiere impulsarnos
siempre a la unidad.
Su
impulso divino busca que todas las cosas y todas las personas se vayan
armonizando en una maravillosa unidad. Él es Amor que une personas. Por
eso, en este año somos llamados a integrarnos un poco más en la Iglesia,
a quererla más, a buscar nuevas maneras de sentirnos parte de ella.
Ya
sabemos que eso no significa que tengamos que ser iguales en todo. El
Espíritu Santo siembra dones diferentes por todas partes y como él
quiere. Por eso, donde él actúa hay variedad, riqueza, novedad. Pero
esos diferentes carismas que él derrama no nos enfrentan ni nos dividen,
sino que se complementan, se armonizan, se enriquecen unos a otros, y
nos llevan a valorarnos, a reconocernos, a estimularnos entre nosotros.
Seria
bueno que frecuentemente pidiéramos la luz del Espíritu Santo para
poder descubrir los carismas, las capacidades que él ha sembrado en cada
uno de nosotros, para enriquecer a la Iglesia y al mundo con esos
dones. Así podemos experimentar el gozo de ser fecundos, de regalarle
algo más bello a este mundo, de hacer feliz a otro, de ayudarlo a
crecer.
¿Qué te dio el Espíritu Santo para que ayudes a los demás a ser más buenos y más felices?
Dios nuestro
ResponderBorrarSigue dirigiendo nuestros pasos para que avancemos por el camino de Cristo
Y que seamos parte de una verdadera comunidad cristiana donde se comparta la alegría y el gozo que Tú Señor nos regalas