Cautivada por la entrega radical y feliz de San Francisco de Asís, Clara decide audazmente seguir sus pasos. En aquella época era muy difícil para una mujer tomar ese tipo de decisiones. De hecho, cuando Clara dejó su palacio fue perseguida por sus familiares. En la pequeña iglesia de Santa María de los Ángeles (la Porciúncula) se consagró a Dios; Francisco cortó sus trenzas y aceptó su compromiso a los dieciocho años. Luego su testimonio entusiasmó a su hermana Inés y a dieciséis jóvenes más con las que formó una comunidad. Alternaban la oración con el cuidado de enfermos pobres. Una de las normas de esta comunidad era vivir sólo de las limosnas; por lo tanto, una parte del día se dedicaba a pedir limosna para comer.
Para los que nos entregamos a Dios a medias, temiendo que él quiera tomarlo todo, sospechando que Dios quiere mutilarnos o quitarnos algo sin nuestro permiso, el testimonio de Clara nos muestra la alegría de quien se deja llevar por el Espíritu Santo para vivirlo todo con Jesús. Clara sabía que una vida que se construye sin el Espíritu Santo está destinada a la tristeza, al vacío y a la muerte, y que lo que se construye con él está seguro y tendrá buen fin. Sin máscaras, sin seguridades falsas, sino apoyándose sólo en el inquebrantable amor divino.
Esta mujer conjugaba en su comunidad contemplativa los ideales de pobreza, servicio al pobre y vida fraterna. El sueño comunitario del pobre de Asís se realizaba hermosamente en este grupo de mujeres pobres, en íntima comunión con Francisco y sus seguidores. En estos seres capaces de vivir una luminosa comunión fraterna, descubrimos hasta qué punto el desprendimiento de los seres queridos y de los afectos, cuando es sano y verdadero, no hace más que multiplicar los lazos del amor. Por eso el creyente no le teme a la soledad, porque el Espíritu Santo le va otorgando una firmeza afectiva que le permite tener relaciones sanas, no posesivas ni absorbentes, y eso le va ganando amistades más bellas y satisfactorias, sin angustias enfermizas. Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe ese modo de amar.
Espíritu Santo enséñame a amar sin ser posesiva, sin egoísmo.
ResponderBorrarEspíritu Santo, dame valentía para salvar el alma.
AMÉN.
Amén
ResponderBorrarSoy lelo Victorio, Ven Espiritu Santo. Que pueda reconocer la belleza y la alegria que tú derrama en aquellas personas que son dóciles a tu acción Ame
ResponderBorrarEspíritu Santo. Dame el amor con libertad que sólo tu conoces para que yo ame librenente y sin posesionarme. Amén.
ResponderBorrarEspiritu Santo no dejes que mi Fé decaiga
ResponderBorrarEspíritu Santo otorganos firmeza afectiva para tener relaciones sana, para ganar amistades bellas y satisfactorios...
ResponderBorrarGracias Señor Espíritu Santo. Amén.
ResponderBorrarVen Espiritu Santo saname a mi y mi flia gracias
ResponderBorrar"En estos seres capaces de vivir una luminosa comunión fraterna, descubrimos hasta qué punto el desprendimiento de los seres queridos y de los afectos, cuando es sano y verdadero, no hace más que multiplicar los lazos del amor. Por eso el creyente no le teme a la soledad, porque el Espíritu Santo le va otorgando una firmeza afectiva que le permite tener relaciones sanas, no posesivas ni absorbentes, y eso le va ganando amistades más bellas y satisfactorias, sin angustias enfermizas. Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe ese modo de amar." AMÉN.GRACIAS.
ResponderBorrarAmen 🙏 Amen 🙏, bella historia de estos Santos gracias Dios los Bendiga 🙏🙏🙋❤️👍
ResponderBorrarEspíritu Santo Sanador Espiritual llena de Vigor nuestros corazones.AMEN.
ResponderBorrarAmen amen
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