Nuestra peor debilidad es no poder
aceptar nuestra pequeñez, olvidar que somos sólo una pequeña parte del
universo sin límites, uno más en esta humanidad inmensa. El corazón se
rebela, porque su debilidad lo lleva a pretender ser el centro del todo.
Es
importante que nos demos cuenta de que se trata de una pretensión
absurda. No somos ni seremos el centro de la realidad. Nosotros
moriremos y el mundo seguirá funcionando y avanzando. Pero nuestra gran
debilidad nos lleva a engañarnos y a sentir que realmente el mundo gira a
nuestro alrededor. Por eso no entendemos que los demás no estén
pendientes de nosotros, que no nos escuchen, que no nos tengan en
cuenta, que nos ignoren o nos olviden. En realidad, eso es lo más
natural. Los demás no tienen por qué girar a nuestro alrededor.
Pidamos
al Espíritu Santo que destruya ese terrible engaño, que nos ayude a
abrir los ojos para descubrir la grandeza del universo, para ampliar
nuestros horizontes, para romper esa cárcel enfermiza del propio yo,
para reconocer que nosotros giramos alrededor de Dios, porque él es el
verdadero centro. Entonces nos liberaremos de muchos sufrimientos
inútiles.
Gracias y que gran verdad.
ResponderBorrar