El Espíritu Santo está como inclinado
hacia Jesús, pendiente de su belleza, como un eterno enamorado,
infinitamente cautivado por Jesús. Por eso, cuando él nos transforma por
dentro, siempre nos lleva de alguna manera a Jesús, y nos ilumina para
que descubramos a Jesús en los demás.
Quizás todavía tengas en tu
corazón un deseo de fraternidad, una inquietud por un mundo de
hermanos. Pero a veces la relación con los demás se hace difícil. ¿Has
intentado descubrir de verdad en los demás el rostro de Jesús?
Por
ejemplo, si ves a alguien que está mal, que está siempre irritado, que
trata a los demás de mala manera, ¿no intentaste imaginar que actúa así
por los grandes sufrimientos que lleva en su interior, por las
desilusiones que le amargaron el alma, porque su infancia fue
desastrosa, porque se siente un inútil o un fracasado? Entonces podrías
imaginar a Jesús sufriendo en su interior, sufriendo con él. Recuerda
que Jesús en la Cruz compartió nuestro dolor y experimentó todo lo que
nosotros sufrimos. Nadie está más cerca del que sufre que Jesús.
Por
eso, para aprender a amar y a tener paciencia, seria bueno que le
pidieras al Espíritu Santo que te ayude a descubrir a Jesús en los
demás, y que lo intentes. Eso puede producir un cambio maravilloso en tu
relación con los demás; porque ellos sentirán que los estás mirando de
otra manera, se sentirán respetados así como son, y reconocerán algo
divino a través de tu mirada. Vale la pena.
Amen 🙏🏼
ResponderBorrarMe alegra, Ángel, que tengas esta mirada comprensiva y amorosa para ver a los demás y que la compartas de manera tan bella con todos. Gracias y que Dios te bendiga.
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