Cada ser humano tiene problemas de amor,
por distintos motivos: porque cree que en la vida no ha recibido el
amor que necesitaba, o porque descubre su incapacidad de amar en serio a
los demás, su egoísmo.
En el fondo está encerrado en su corazón
mirando sus problemas e imperfecciones. Es necesario que frene esos
pensamientos inútiles, que salga de sí y se detenga a contemplar el amor
de Dios.
Él sí es amor, amor puro, sincero, infinito, amor sin
límites. Él es amor. Eso es importante. Si me parece que el amor en esta
vida no existe, tengo que pensar que sí existe, porque Dios es amor, y
es maravilloso que así sea.
Si una persona está preocupada por su
imagen ante los demás, por sus errores, sus incoherencias; si le duelen
sus humillaciones públicas o lo que los demás digan de su persona; o si
sufre porque se da cuenta de sus imperfecciones, es mejor que no pierda
el tiempo mirándose a sí misma. Lo importante es que existe él, el
perfecto, el Santo. Es mejor detenerse a contemplarlo. Eso es lo
importante, que él existe, y él es el Santo.
Pidamos al Espíritu
Santo que nos saque de nosotros mismos para adorar a Dios, porque así
encontraremos la más agradable liberación.
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